El general que profetizó el ataque de Hamás y no quiere entrar en Gaza

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

De momento, Benjamín Netanyahu se ha reunido con Yitzhak Brick en dos ocasiones. Hasta ahora Brick era un oscuro general de la reserva ya entrado en años, en noviembre cumplirá 76, que de repente se ha convertido en quizás el personaje más mediático de Israel, por quien todos se pelean para entrevistarlo. Los detractores del primer ministro, que son legión, aseguran que Netanyahu tiene miedo de entrar en Gaza y está usando a Brick para protegerse ante quienes le reprochan que tres semanas después todavía no haya enviado a su ejército de tierra a la Franja de Gaza.

Brick se ha tornado en un estratega de primer orden, pues anticipó que el ejército no estaba preparado para hacer frente a una situación como la del 7 de octubre. Es más, pronosticó que cuando llegara el ataque, los israelíes que residen en el sur del país tendrían que defenderse por sí mismos, puesto que los soldados llegarían demasiado tarde. De los 1.400 israelíes que murieron en apenas unas horas, algo más de 300 eran soldados, el resto eran civiles, aunque la mayoría hubieran pasado por el prolongado servicio militar de tres años.

Los israelíes ven en Brick una suerte de profeta. Durante años ha proclamado una serie de profecías que se han cumplido, aunque sus compañeros de armas nunca las consideraron seriamente. Como una nueva Casandra, iba avisando un día detrás de otro de que el ejército estaba mal preparado para la guerra, pero nadie le hacía caso. Los grandes estrategas militares lo tenían por una mosca que les molestaba un poco, pero no disponían de un minuto para ocuparse de ella.

Entre sus diversas tesis, todas bien sencillas, destaca hoy la de que el poderoso Ejército israelí no sería capaz de realizar una invasión terrestre de la Franja como es necesario. El motivo central sobre el que Brick sustenta sus palabras es que básicamente Hamás ha dispuesto de largos años para crear una compleja red de túneles de cientos de kilómetros desde los que los milicianos destrozarán los tanques y blindados y causarán un gran número de muertos entre los soldados.

Esta tesis ha sido como un balón de oxígeno para Netanyahu, que se ha centrado en causar la mayor destrucción posible en edificios civiles en la Ciudad de Gaza y en otras localidades, especialmente en el norte de la Franja. Mientras los aviones hagan esa tarea sin riesgo alguno, no morirán soldados, pero si las tropas entran, nadie sabe lo que puede ocurrir. Los milicianos están incitando al ejército a que entre, lo que causa más miedo a quienes adoptan las decisiones, incluido Netanyahu.

En cada uno de los conflictos, Hamás ha demostrado tener una enorme capacidad de resiliencia, adaptándose a las necesidades de cada momento. Es más, en cada guerra ha demostrado que su capacidad militar se ha desarrollado un poco más. El ataque del 7 de octubre es solo otro ejemplo de ello. No sería lógico pensar que después de una operación que ha requerido una preparación de ese calibre, los milicianos no estén ahora dispuestos para hacer frente a una invasión del ejército. Eso es lo que dice Brick y seguramente lo que teme Netanyahu.

Además, según Brick, millares de israelíes morirán si estalla una guerra en múltiples frentes, refiriéndose especialmente al frente de Líbano, donde están las milicias de Hizbollah. En una entrevista con el diario Maariv, el general advirtió a los líderes políticos que simplemente el hecho de meter a los soldados en la Franja sería enviarlos a una trampa fatal, y podría traducirse en una derrota aplastante.

En un informe de 270 páginas que redactó en 2018, para el que entrevistó a millares de oficiales y soldados, el general Brick agrupó toda una retahíla de defectuosas preparaciones del ministerio de Defensa. En su opinión, el ejército ha sufrido un proceso de marcado deterioro, especialmente en los últimos años. Muchos de los problemas que observó eran logísticos, tecnológicos y operativos, y según sus palabras en parte fueron corregidos. Pero también señaló que el principal problema era el organizativo, que se fundamenta en una cultura de la mentira y del encubrimiento, y que estaría muy arraigado en la clase castrense israelí.

¿Tiene solución ese problema? El general-profeta propuso la creación de una comisión que investigue ese problema estructural y que se acabe con la política de silencio imperante, con la que lo encubren y se protegen los oficiales de todas las unidades. El problema, entre otras cosas, hace que los jefes militares no puedan tomar decisiones sabias, y lo mismo ocurre con la clase política.

Eugenio García Gascón ha sido corresponsal en Jerusalén 29 años. Es premio de periodismo Cirilo Rodríguez.