Kenia: la punta de lanza de la Commonwealth en África
El continente africano es vital para la organización, con 21 de sus 53 miembros, y el Rey Carlos III sabe que Kenia juega un papel vital para los intereses británicos.
DAVID SOLER CRESPO
Nairobi
“Significa mucho para mi esposa y para mí que, en el año de nuestra coronación, nuestra primera visita de Estado a un país de la Commonwealth nos traiga aquí, a Kenia”, Rey Carlos III, Nairobi, 31 octubre 2023.
Kenia es un país especial para la monarquía británica. En 1952, fue en Kenia donde la Reina Isabel II se enteró de la muerte de su padre, Jorge VI, y de su ascensión al trono. Ahora, poco más de un año después, es el primer país de la Commonwealth que visita su hijo como rey, Carlos III. No es la primera vez que el ahora monarca visita Kenia: ya lo hizo como Príncipe de Gales en 1971, 1977, 1978 y 1987, esta última vez como director de la otrora Corporación de Desarrollo de la Commonwealth.
El Rey Carlos III conoce el país y sus costumbres, por eso el primer día se lanzó con el suajili: “Niaje” (¿cómo estáis?) dijo a los invitados al banquete oficial. Un día después se animó a rendir homenaje ante la simbólica tumba que representa a los más de 11.000 guerreros Mau Mau que perdieron la vida ante las fuerzas coloniales británicas luchando por la independencia del país en los años 50. “Las malas acciones del pasado son causa del mayor dolor y del más profundo arrepentimiento”, dijo, y aunque para algunos fue un paso adelante en la restitución del colonialismo, para algunos kenianos se quedó corto al no pedir perdón de manera directa.
No es baladí que el Rey Carlos III haya decidido visitar Kenia como primer país de la Commonwealth y esté cuidando sus pasos para mimar la relación. La nación del este de África se ha mostrado siempre como un socio fiel a la Corona británica y esta ha protegido a sus dirigentes, como cuando evitó un golpe de Estado contra el primer presidente del país, Jomo Kenyatta, en 1965.
El país es una muestra del tipo de relaciones que el Rey Carlos III quiere tener con el resto de países de la Mancomunidad de Naciones: una alianza voluntaria, en la que no es necesario que sea el jefe de Estado, Kenia es una república, pero en la que sirva como punta de lanza de las relaciones instituciones, económicas y diplomáticas con el Reino Unido.
En Kenia, el Reino Unido tiene permanentemente desde 1964 una base del Ejército de entrenamiento con 364 militares en Nanyuki, el centro del país, así como entrena a las fuerzas marinas kenianas en la base naval que estas tienen en Mombasa.
A ello se une el interés económico: tan solo de esa presencia militar, el Reino Unido calcula que tiene un impacto económico de 36 millones de euros. A ello se suman las actividades empresariales y el comercio bilateral. El Reino Unido es el principal inversor europeo: hay más de cien empresas británicas establecidas en Kenia, con un valor de dos mil millones de libras esterlinas. Entre ellas destacan las empresas de té, más de la mitad del té negro que se vende en Reino Unido procede de Kenia, que convierten al país en el segundo al que más exporta del mundo.
África, el continente líder
Con su visita oficial, el Rey Carlos III quiere hacer un gesto a Kenia, pero también a África, mostrando que el continente es vital para el desarrollo de la Commonwealth. De los 56 países miembros, 21 son africanos: desde naciones democráticas con relaciones históricas como Ghana o Sudáfrica hasta pequeñas y aisladas dictaduras como la monarquía absolutista de Esuatini, cuyo rey es capaz de cambiar el nombre del país de la noche a la mañana.
La Casa de Windsor siempre ha sido históricamente vital para la imagen del Reino Unido en África. Desde la época de las independencias, Isabel II cuidó mucho la imagen de la Familia Real con viajes como a Ghana, donde hizo el famoso baile con el líder socialista Kwame Nkrumah, o sus buenas relaciones con Nelson Mandela, estableciendo un panorama favorable tras la descolonización. Recientemente, los continuos cambios del jefe de gobierno en Reino Unido y la inestabilidad política han hecho de la Corona -la institución que se mantiene en el tiempo- un interlocutor estable y de gran reputación en el continente.
Ahora, África es más importante que nunca. Mientras en el Caribe países como Barbados han dado el paso de convertirse en república en 2021 y tras la muerte de Isabel II otros como Jamaica o Australia se plantean hacer lo mismo e incluso dejar la organización, en el continente africano ocurre lo contrario.
Ya no son solo las antiguas colonias británicas las que quieren unirse, sino también otros países francófonos que recurren a esta asociación, cansados de sus relaciones con su antigua potencia colonial. En 1995, Mozambique, excolonia portuguesa, se unió a la organización y en 2009 lo hizo Ruanda, excolonia belga. En 2022, Togo y Gabón se unieron también a la organización, acercándose al Reino Unido en un momento de pérdida de influencia francesa con sus antiguas colonias. La gran pregunta es: ¿Por qué? ¿Qué atractivo tiene la Commonwealth para África?
La ‘Ventaja Commonwealth’: de diplomacia a dinero
Sobre el papel, los motivos prácticos para formar parte de la Commonwealth no son muy atractivos. No es una organización con poder político en el plano geopolítico mundial, ni tampoco una organización para el desarrollo con gran potencial económico para financiar grandes proyectos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco mundial.
Sin embargo, sí es una asociación con gran potencia de unión. Cubre una cuarta parte del mundo en el que vive casi un 30% de la población mundial, con un 60% de su población menor de treinta años. Es un activo demográfico, diplomático y económico enorme.
Formar parte de la Commonwealth da a muchos países un lugar en el mundo. Hasta 33 de los 42 países más pequeños del mundo forman parte de la organización; países como Gambia, Lesoto o Mauricio. Esto posiciona a estos países en el mapa y les da una autoridad en la comunidad internacional. Por ejemplo, Ruanda se convirtió en 2022 en el primer país africano en acoger la Cumbre de los Jefes de Gobierno de la Commonwealth, y con ello pudo recibir en su territorio a líderes como el canadiense Justin Trudeau, o el entonces primer ministro británico, Boris Johnson. La organización sirve además como una plataforma para poder interactuar con otros países miembros y solventar litigios de manera diplomática.
A todo ello se suma el impacto económico. A pesar de no ser una organización multilateral como el Banco Mundial, la Commonwealth sí tiene un fondo que ayuda para financiar algunos proyectos en línea con sus valores como la digitalización en Camerún y cuando no los financia directamente, actúa como un lobby con países desarrollados para conseguir fondos para el cambio climático en África.
La organización sirve además para facilitar acuerdos comerciales entre sus países miembros. El secretariado calcula que el coste del comercio bilateral es un 21% menor entre sus miembros que la media con otros países de fuera de la organización, aunque algunos economistas reducen el beneficio a un máximo del 15%. Sea cual sea, eso es lo que se considera la ‘Ventaja Commonwealth’, un mercado informal enorme de 13,5 billones de dólares que facilita el comercio entre países en desarrollo y desarrollados.
Todo ello lo hace, además, sin cuestionar la política interna. La Commonwealth rara vez se posiciona en contra de los abusos de derechos humanos por parte de dictadores en África. A excepción de su repulsa por los golpes de Estado, como el de Gabón, donde ha parcialmente suspendido al país de su membresía, la organización no se mete en cómo deben gobernar ni en sus políticas, por mucho que atenten contra los propios valores democráticos y el respeto a los derechos humanos. Esto ayuda a que no haya tensión con los países miembros y a tener una relación sólida con muchos países africanos que ven en la organización que lidera la corona británica su silla en la mesa de poder blando en el mundo.