Se levanta el telón: las élites están desnudas
EUGENIO GARCÍA GASCÓN
La erosión de la independencia judicial y de la libertad de prensa, señalada a menudo por observadores húngaros y extranjeros en los últimos años, ha convertido a Viktor Orbán en un líder nacionalista y populista cada día más alejado de la democracia liberal. No es un caso excepcional que el primer ministro de Hungría desde 2010 haya optado por un choque frontal con la idea liberal de Europa dominante hasta ahora, ni que desde Budapest fomente su ideario por todo Occidente, siendo su principal aliado el israelí Benjamín Netanyahu.
Tanto Orbán, de 59 años, como sus acólitos denuncian que unas “élites globales” sin moral ni valores, consideradas “progresistas” por una parte de la sociedad, están acabando con la libertad de los individuos y, sobre todo, de los pueblos. En su narrativa, el principal valedor de la conspiración mundial sería el multimillonario estadounidense judío George Soros, nacido en Hungría, un progresista carente de principios que estaría moviendo los hilos de la “izquierda radical” y sufragándola con donaciones millonarias.
En realidad asistimos a un conflicto de élites, no solo del lado de Soros, como pretende Orbán, sino también del lado del primer ministro húngaro, representado entre otros por Steve Bannon, exconsejero de Donald Trump, ya que cualquier ideología, tenga la orientación que tenga, precisa de élites. Los dos campos luchan para imponerse moviendo mucho dinero. “Quien quiera que controle los medios de comunicación, controla la mentalidad de la sociedad y controla el país”, ha comentado un consejero de Orbán.
En Budapest está la universidad MCC, Mathias Corvinus Collegium, la institución más visible en el campo de Orbán. Hace unas semanas organizó un cónclave internacional de tres días al que asistió entre otros Yair Netanyahu, hijo del primer ministro de Israel. Yair arremetió contra Soros afirmando que la campaña que impulsa Orbán contra él no es antisemita, puesto que responde a la realidad de que los globalistas controlan la prensa en Israel. “El telón se ha levantado y todos ya pueden ver lo que está ocurriendo”, dijo Yair en una conferencia de prensa celebrada en la capital húngara.
En su opinión, los medios hebreos están controlados por un pequeño sector de élites izquierdistas que no representan ni al 10 por ciento de la sociedad israelí. Algo parecido ocurriría en otros países occidentales, de ahí que el fenómeno de los últimos años, es decir la multiplicación exponencial de plataformas “libres” y redes sociales, constituya un gran avance en la lucha contra las ideas globalistas puesto que dificultan el lavado de cerebro característico de los medios tradicionales. Entre los objetivos de esos medios globalistas figura el de acabar con las fronteras entre todos los países del mundo, según Yair.
El hijo de Benjamín Netanyahu, a quien en su país acusan de teledirigirlo, defendió que atacar a Soros no puede ser antisemita puesto que el filántropo húngaro-americano está causando mucho daño a Israel, el único estado judío, fomentando ONG que apoyan a los palestinos y quieren dinamitar al estado sionista desde dentro. En todo el mundo, continuó Yair, los medios están dominados por la izquierda, y esto también sucede en Israel, donde se demoniza a los conservadores, que son los únicos demócratas, y se defienden ideas globalistas minoritarias, como la de que hay que suprimir las fronteras.
Yair Netanyahu, de 31 años, todavía vive con sus padres en Jerusalén y no se le conoce ningún empleo. Recientemente, fue condenado a pagar algo más de 100.000 euros a un periodista del portal hebreo Walla! en un caso de libelo. Yair está continuamente en los medios actuando como un troll de su padre, según sus detractores. Su reciente viaje a Budapest se divulgó desde la embajada de Israel en la capital húngara, a pesar de que en teoría era un viaje privado. La universidad MCC recibe una cuantiosa ayuda del gobierno de Orbán para promocionar ideas neoconservadoras en Hungría y más allá de sus fronteras. Aunque MCC es formalmente una institución privada, recientemente recibió ayudas económicas por valor de más de 1.000 millones de dólares, según han publicado medios húngaros e internacionales como Haaretz.
El problema central radica en el peligro que Orbán, Netanyahu y demás populistas y nacionalistas de parecida estirpe que pululan por el mundo, representan para el liberalismo que ha caracterizado a Occidente desde hace décadas. Es un peligro evidente no solo para Hungría e Israel, puesto que desde allí se proyecta por toda Europa. La situación se agrava si se tiene en cuenta la falta de autoridad que se observa en Europa ante el empuje de los movimientos nacionalista y neoconservador.
En los últimos años, Orbán ha dejado claras sus ideas nacionalistas hablando en nombre de Hungría. “Hemos de decir que no queremos ser diversos y no queremos mezclarnos. No queremos que nuestro propio color, tradiciones y cultura nacional se mezclen con los de otros. No lo queremos. No lo queremos en absoluto. No queremos ser un país diverso”. Lo dijo en 2018. Y el año pasado Orban recalcó: “Nosotros (los húngaros) no somos una raza mezclada y no queremos convertirnos en una raza mezclada”.
Eugenio García Gascón ha sido corresponsal en Jerusalén durante 29 años y es premio de periodismo Cirilo Rodríguez.