Bando…. ¿qué bando?

XULIO RÍOS

Ha sido sorprendente el aluvión de críticas al reciente viaje de Pedro Sánchez a China. Que si no es “nuestro bando”, que si “hay más Asia” que China (si bien la misión también incluía Vietnam), que si el momento elegido no podía ser peor…. Sin embargo, el viaje ha sido todo un acierto, tanto en atención a la coyuntura como a las expectativas cumplidas a la vista del balance oficial ofrecido por Moncloa.

Es evidente que hay más Asia que China. Y se debe trabajar en esa línea. Otra cosa es no reconocer que China es el verdadero pulmón de Asia. La comparación con India, la más equiparable a simple vista, no resiste el mínimo análisis. Si China, por ejemplo, podría llegar a superar el PIB de los EEUU en torno a 2030, la India no lo haría hasta 2075, según prevé Goldman Sachs. El sorpasso a China, a pesar de no contar esta ya con la mano de obra barata que si tiene India, está, no obstante, algo lejos, a años luz. El PIB de su vecino (19 billones de dólares) es casi seis veces superior (3,4 billones) y su industria manufacturera representa la mitad de la producción y un tercio de las exportaciones de bienes. A pesar de los esfuerzos de innovación de la India, los graduados chinos en áreas de digitalización duplican a los indios, con una economía que gasta solo el 0,7% en I+D+i frente al 2,5% que destina China. Además, China representa más de la mitad de las redes 5G del mundo, 4 de las 20 mayores empresas tecnológicas del planeta son chinas y, junto a Estados Unidos, es el único productor global de inteligencia artificial (IA) con el 65% de las patentes. También tiene una mayor capacidad productiva de su fuerza de trabajo y muchas ventajas en la redistribución de la riqueza y la supresión de la pobreza. Y todas estas son razones para disponer de una estrategia específica para India, por supuesto, pero poniendo a cada cual en su lugar. Una cosa no quita la otra.

Y ¿cuál es nuestro bando? ¿El del señor “cortapescuezos” que pone deberes inexcusables al ministro Cuerpo? ¿O el de Robert Palladino, encargado de negocios de la Embajada de EEUU en Hungría que ha advertido al gobierno magiar para que se abstenga de atraer inversiones chinas? ¿O el del nuevo embajador en Japón, George Glass, apelando a cerrar filas para contraatacar a China después de criticar duramente a Lisboa, donde también ejerció la representación estadounidense, por sus negocios con China? ¿O el del mismo Secretario del Tesoro Bessent que en el marco del acuerdo de Argentina con el FMI exige a Buenos Aires que acabe con el swap con China? ¿O el de quien presiona escandalosamente al Panamá del presidente Mulino para que acepte el regreso de las tropas estadounidenses al Canal? ¿O las diatribas del próximo embajador en Chile, Brandon Judd, presionando a Santiago para cancelar la cooperación astronómica con China alegando razones de seguridad? EEUU tiene casi 80 bases y emplazamientos militares en el entorno próximo de China….

Las exigencias a modo de “consejos” de la Administración Trump con el argumento de la seguridad nacional o el déficit comercial constituyen un reto mayúsculo para los países de la Unión Europea. Estos debieran tomar sus decisiones libremente y en función de sus propios intereses. Es lo que ha hecho Pedro Sánchez, al punto de erigir esa relación con Beijing en un modelo para Europa. ¿O preferimos el modelo Meloni? Esta es la otra Europa, de extrema derecha, con la que Trump se siente cómodo y la que promueve sin miramientos.

Washington exige que todos nos alineemos con su agenda. El problema con China no es comercial. Esta es solo una de las variables de una contienda geopolítica en la que Europa si debe tomar partido es en función de quien se alinee con sus postulados, la defensa del libre comercio o el multilateralismo, la lucha contra el cambio climático o la promoción de la cooperación internacional. La respuesta a la sustitución en curso del “poder blando” estadounidense por la “coerción blanda” debe ser una autonomía estratégica sólidamente fundamentada en una cooperación basada en el interés mutuo. La cooperación no es un riesgo.

La relación entre España y China, como la de la Unión Europea en su conjunto, debe construirse al margen de bandos. Sustraerse a esa dinámica, preservando una elemental soberanía decisoria, es la mayor expresión hoy de autonomía estratégica. No es China quien divide el “bloque democrático” sino Trump con su propósito de quebrar el orden internacional para salvar su hegemonía excluyente. Europa debe ser Europa y seguir comprometida con unas reglas elementales que por extraño que parezca, en algunas materias no menores, ahora nos acercan más a China.

A medida que avance el mandato de Trump, es previsible que las tensiones que hoy circundan las relaciones EEUU-UE deriven hacia una condición estructural que agriete la elección entre los intereses comunitarios y nacionales y la dependencia estratégica. Lo que motiva a EEUU es la búsqueda del desacoplamiento forzado y casi total respecto a la economía china. En ese contexto, como ha señalado la ministra de Hacienda británica, Rachel Reeves, sería extremadamente insensato emular la desvinculación restando importancia a la necesidad de continuar la cooperación económica.

Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China.

XULIO RÍOS
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