El salvaje ajuste de Milei impactará de lleno en los sectores más castigados

CECILIA VALDEZ

Es la primera vez que alguien gana diciendo que va a hacer un ajuste», pero que el ajuste, si bien será un «ajuste fiscal monumental» para equilibrar las cuentas públicas, esta vez “no lo van a hacer los argentinos, lo va a hacer la casta», anunció el actual presidente de los argentinos, Javier Milei, en campaña. Aunque Milei ha señalado en numerosas ocasiones su admiración por el ex presidente Carlos Saúl Menem, a diferencia del riojano -que admitía haber escondido sus fichas durante el proceso electoral-, el ultraderechista se jactaba de ello. Sin embargo, con el diario del lunes, ya es posible decir que Milei tampoco dijo toda la verdad. 

Milei aseguró durante la campaña que los recortes se harían en el gasto político y que de ahí saldría el 15% del recorte en el presupuesto estatal que hacía falta para ordenar las cuentas, una idea que muchos le cuestionaron y que no ha tardado nada en reformular. De momento, las medidas anunciadas por el nuevo gobierno implican un ajuste y una devaluación feroz, pero también una inédita Reforma del Estado que, por medio de un Decreto de Necesidad y Urgencia, desregula totalmente la economía con medidas que impactarán de lleno en los sectores de la economía más castigados que ya conviven con una inflación interanual del 160%. 

Economía

48 horas después de su investidura, Luis Caputo, el flamante ministro de Economía, anunció nueve medidas económicas entre las que se contaban una devaluación del 50% de la moneda, lo que promueve una mayor inflación y una subida de precios; una reducción de los subsidios del transporte y la energía, es decir, aumentos en la luz, gas, agua, buses y trenes; la paralización de la obra pública, que será financiada por el sector privado; y una disminución drástica de las estructuras gubernamentales, con un 50% de reducción de los ministerios, de 18 a 9, y un 49% de minimización de las secretarías, de 106 a 54. También dispuso la suspensión de la publicidad institucional en los medios de comunicación, y aclaró que, de momento, no se retirarán los planes sociales o de asistencia a los sectores de más bajos recursos. «Venimos a solucionar este problema de raíz, para que no haya más inflación ni pobreza», sostuvo Caputo. «Estamos ante una oportunidad histórica», en la que Javier Milei, «ha conseguido que la sociedad entienda que el problema es que no hay dinero». 

No hay plata”, es el nuevo lema del actual gobierno. Lo paradójico es que quien acaba de tomar las riendas del ministerio de Economía puede que se crea parte de la solución, pero también es parte del problema, y de haber generado parte de las consecuencias más graves de ese problema. Caputo fue ministro de Finanzas en el gobierno del ex presidente, Mauricio Macri (2015-2019), y, como tal, duplicó la deuda con el sector privado en apenas dos años y cinco meses de gestión, y la triplicó con organismos multilaterales; mientras que como presidente del Banco Central (tres meses en 2018) incumplió un acuerdo con el FMI, con lo cual el organismo solicitó su reemplazo. Hoy por hoy, la justicia argentina avanza en una causa en su contra por el supuesto ocultamiento de su participación en la empresa Noctua, que administraba cientos de millones de dólares en paraísos fiscales, y es uno de los imputados en la causa que investiga el préstamo récord de 45 millones de dólares del FMI (2018), el más grande en la historia del organismo. 

Protocolo Bullrich

Pero “solucionar el problema de raíz”, como proponen desde el gobierno, tiene un precio, y la nueva gestión parece dispuesta a pagarlo. Si bien puede que una parte de la sociedad quiera darle tiempo al nuevo gobierno para comprobar la efectividad, o no, de sus medidas; también puede que ese 50% de la población que ya vive sumido en la pobreza no tenga margen para seguir aguantando. Todas estas fórmulas de economía ultraliberal que pretende llevar adelante el nuevo gobierno ya fueron probadas, y ya demostraron su fracaso. Por lo demás, y aunque Milei ganó en base a un discurso anti casta, defenestrando a los políticos tradicionales y pregonando la idea de hacer estallar todo por los aires, no ha tardado ni horas en dar marcha atrás con sus ideas más rupturistas y enfrascarse en negociaciones de poder con esa misma casta. 

Todos los anuncios hechos por Milei desde que resultó electo resuenan de la peor manera en la memoria de los argentinos. En los años ‘90 se privatizaron un total de 67 empresas públicas y, de esta forma, el Estado no sólo disminuyó su participación en la economía, sino que renunció a la gestión de recursos y a ciertas actividades productivas por demás estratégicas. Menem no sólo privatizó todo lo que encontró en el camino y descapitalizó la Argentina, sino que en 1991 estableció un plan de convertibilidad (Ley 23.928), por medio del cual el peso argentino pasó a valer lo mismo que el dólar estadounidense. Previo a la convertibilidad, Argentina había alcanzado una inflación acumulada en 1989 del 2.014,6%, pero pese a que Menem logró reducir la inflación al 0% cinco años más tarde, fue alimentando una bomba de tiempo que derivó en la crisis de 2001 y el famoso corralito. Lo que sigue es por todos conocido: un presidente que abandona la Casa Rosada en helicóptero, una ola de protestas, muertos y una crisis política e institucional pocas veces vista. Finalmente, en 2002 se puso fin a la paridad entre el peso y el dólar, se pesificaron los depósitos en dólares y la devaluación multiplicó la pobreza. El país también dejó de pagar la deuda externa. 

Pero, y aunque la experiencia demuestra lo contrario, el actual gobierno insiste con que este plan volverá a hacer de Argentina una potencia mundial (sí es que alguna vez lo fue), y permitirá vivir a los argentinos de la forma en que lo merecen (aunque no aclara a qué argentinos se refiere). Aunque, por las dudas, se cubre las espaldas. Pocas horas después del anuncio de Caputo, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich -quien también ocupó esa cartera en el gobierno de Macri, – presentó “un protocolo para el mantenimiento del orden público” que busca asegurar la libre circulación en rutas y calles, e intenta contener el malestar social que pueda traducirse en cortes y piquetes. “La ley no se cumple a medias; se cumple o no se cumple”, sostuvo la ex candidata a la presidencia de Juntos por el Cambio, que devino funcionaria del actual gobierno luego de su derrota en primera vuelta.

Las organizaciones sociales y de derechos humanos no sólo rechazaron el protocolo, sino que hicieron las correspondientes denuncias en organismos internacionales. Más de 1.700 organizaciones sindicales, sociales, de derechos humanos, estudiantiles y políticas denunciaron ante la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el protocolo y solicitaron “que cese la aplicación de las medidas que buscan impedir y reprimir las manifestaciones públicas.” 

La casta

Una de las grandes promesas de Milei en campaña, y la primera en ser incumplida, fue la de acabar con la casta, es decir, con los políticos tradicionales y sus privilegios. Desde que resultaron electos, Milei y su fuerza, La Libertad Avanza, no han hecho otra cosa que negociar los distintos cargos de gobierno con quienes antes decían defenestrar. La falta de un armado político propio, la inexperiencia y una fuerte capacidad de improvisación, han caracterizado una transición de gobierno en la que convocó (y se reunió) con todo tipo de políticos (siempre alineados a la derecha), a muchos de los cuales les entregó cargos, incluso, a costa de desplazar a quienes pertenecían a su núcleo más duro. En el camino quedaron, o fueron relegados, Carolina Páparo o Ramiro Marra, pero también su vice, Victoria Villarruel, quien se esperaba que tuviera a su cargo los nombramientos de las carteras de Seguridad y Defensa, que Milei finalmente le atribuyo a los dos representantes de la fórmula de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Luis Petri.

Para Milei la transición significó el acercamiento con algunos, pero el distanciamiento con otros. Ni la relación con la negacionista Victoria Villarruel ni con Mauricio Macri -quien le garantizo su apoyo en campaña-, quedaron exentas. Si bien Villarruel no logro todo lo que quería, la actual vicepresidenta -que es un cuadro político con fuerte experiencia y participación en grupos que reivindican el terrorismo de Estado y defienden genocidas presos en juicios de lesa humanidad-, sorprendió a todos en su primera sesión como presidenta de la Cámara Alta. Villarruel formó una mayoría parlamentaria que dejó al peronismo afuera de todos los cargos de poder en el cuerpo, lo cual podría facilitarle a Milei la aprobación de muchas de las leyes y los proyectos que quiere llevar adelante. 

Por su lado, Macri, a quien se señalaba como el gran armador en las sombras, tampoco logró hacer encajar su pieza más preciada: Cristian Ritondo en la presidencia de la Cámara de Diputados, pero algunos de los dirigentes de su partido se han ubicado en puestos claves de la futura gestión: Luis “Toto” Caputo en el Ministerio de Economía y Patricia Bullrich en Seguridad. Justamente, seguridad y economía, que parecían ser dos de los lugares donde Milei, como economista, y su vice Victoria Villarruel, como especialista en seguridad, parecían pisar más fuerte, han sido dos de los lugares que más fácilmente han cedido, demostrando, no solo la falta de un programa que defender, sino la falta de responsables para llevarlo adelante y una enorme capacidad de improvisación.

Reforma del Estado

Todo lo que pueda ser privatizado será privatizado”, con esta frase Javier Milei ratificó el mismo lunes posterior a su victoria, una de sus principales promesas de campaña. La frase resuena en la memoria de los argentinos porque se parece en mucho a la de Roberto Dromi, el por entonces ministro de Obras y Servicios Públicos del ex presidente Carlos Saúl Menem, que hoy asesora a Milei.

Todavía no habían pasado diez días de su investidura cuando Milei anunció una de sus principales promesas de campaña: la Reforma del Estado. Se trata de una medida descomunal que no tiene antecedentes en la historia argentina y que el nuevo presidente se dispone a implementar a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), que incluye 366 artículos. Entre las principales medidas destacan: la derogación de los controles de precios, de la normativa que impide la privatización de empresas públicas y de la ley de Alquileres; la flexibilización del régimen laboral; y la modificación del sistema de salud y del código civil y comercial, entre otras. El decreto también autoriza la cesión del paquete accionario de Aerolíneas Argentinas y la desregulación completa del mercado aerocomercial, y del mercado de Internet que permitirá «el ingreso de empresas como Starlink», del magnate Elon Musk. Desde que Milei asumió como presidente, ha tenido intercambios (y guiños) públicos con Musk, vía X (ex Twitter). La irrupción en escena de Musk también hace temer por el futuro del litio del país, un mercado más que codiciado por el empresario que también podría beneficiarse por la derogación del Sistema Nacional de Comercio Minero y el Banco de Información Minera, incluidos en el DNU. Los otros que se deben estar relamiendo por estas horas son quienes tienen algún tipo de interés en la compra de territorios argentinos, ya que también se derogó la Ley de Tierras (26.737), de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales, una norma que limita la posibilidad de vender a extranjeros tierras que tienen fuentes de agua importantes o que están en zonas de seguridad de fronteras. En la Patagonia argentina son constantes las denuncias por conflictos de tierras con capitales extranjeros que van desde Joe Lewis, Ted Turner o Luciano Benetton, hasta emires de Qatar o de Emiratos Árabes, que cercan los territorios y, de esta manera, bloquean el acceso a las fuentes de agua a la población de la zona

Antes de referirse a las medidas del DNU, y tal como lo hizo en su discurso de investidura, Milei apuntó a la herencia recibida por parte de los gobiernos que lo precedieron e hizo referencia al déficit fiscal, al que señala como la causa de todos los males. También confirmó que habrá sesiones extraordinarias del Congreso y le pidió a la oposición que no obstruya la reforma. El DNU anunciado queda vigente a partir de su publicación en el Boletín Oficial y sólo pierde vigencia si es rechazado por ambas Cámaras, algo que hasta ahora no ha sucedido nunca en democracia.

Según el diario conservador La Nación, el anuncio del decreto, por su magnitud, dejó sorprendidos, incluso, a “los lobbies más poderosos de la Argentina, que no salen de su asombro ante el impacto aún indescifrable de tantas medidas en sectores tan disímiles”. Quienes tampoco salen de su asombro son los ciudadanos que intentan sobrevivir con una inflación desbocada y sus salarios pulverizados, muchos de los cuales se vienen manifestando con masivos cacerolazos que se repiten en todo el país desde que se hizo público el DNU.

China y Brasil

Sin embargo, los planes de Milei podrían verse comprometidos en sus cuentas por el lado de las relaciones internacionales con los dos principales socios comerciales de Argentina, China y Brasil. Durante la campaña, el ultraderechista sostuvo que rompería relaciones con ambos países por considerarlos comunistas, y quizás advirtió un poco tarde que esos dos países representan, ni más ni menos, que el 35% del comercio del país. A esta altura, Milei parece haberse arrepentido de sus dichos, o así, al menos, lo demuestran sus renovados gestos hacia ellos. Por un lado, y pese a que Milei envió personalmente a su canciller, Diana Mondino, para llevar la carta de invitación a su investidura, al presidente de Brasil, Lula da Silva, este desistió de asistir y en su lugar envió a su ministro de Asuntos Exteriores, Mauro Vieira. No obstante, quien sí fue de la partida fue el ex presidente, Jair Bolsonaro. 

Por el lado de China las cosas no parecen ir mucho mejor. Para la asunción del nuevo gobierno, China envió como representante a Wu Weihua, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional China. Aun así, la relación con ese país puede estar deteriorándose más rápido de lo que se esperaba, dado que, en los últimos días, su presidente, Xi Jinping, decidió bloquear un préstamo de 6500 millones de dólares del Banco Central y mandó a llamar a su embajador en Argentina a su país, para que informe sobre los primeros pasos de Milei en la Casa Rosada y sus planes en relación a proyectos que Xi Jinping considera esenciales en el país austral. Tras su asunción, Milei envió una carta a China solicitando la renovación del préstamo, pero este gesto no parece haber sido suficiente, y la falta de financiamiento compromete las cuentas públicas del nuevo gobierno.

Lo de Milei desafía, por su alcance, la premisa que señala que cualquier mandatario goza de un período de affaire con la ciudadanía ni bien asumir. El actual presidente no lleva ni un mes desde su investidura, pero nunca nadie se animó a tanto en tan poco tiempo. Habrá que ver ahora qué capacidad de reacción tiene, frente a esta enorme avanzada de fuerzas de ultraderecha que amenaza los consensos más básicos de la democracia, una sociedad argentina acostumbrada a dirimir sus conflictos a pie de calle.

Cecilia Valdez es periodista argentina.

 

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