Un fantasma recorre el mundo financiero: el BRICS Pay

PASCUAL SERRANO

Una de las consecuencias de las sanciones occidentales a Rusia fue su exclusión del sistema de comunicación financiera SWIFT. Este sistema, acrónimo de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, es una red internacional de comunicaciones financieras entre bancos y entidades financieras en la que participan 3.500 miembros. Gracias a él podemos hacer transferencias internacionales. Lo supervisa un consejo formado por los bancos centrales del Grupo de los Diez (Alemania, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza) y el Banco Central Europeo. Su sede legal está en Bélgica.

Se trata, por tanto, de una institución de regulación comercial internacional bajo control de Occidente y que ha sido utilizado como mecanismo de intervención y sanción internacional. Hasta hace unos años, monopolizaba entre el 80% y el 90% de todas las operaciones del sector a nivel mundial, indica El Economista. Actualmente hay 11.000 entidades financieras y 200 países registrados en esta enorme red.

A pesar de que legalmente se trata de una institución operada desde Bélgica, la realidad es que su gobernanza está basada en los volúmenes de actividad de sus miembros. Es por ello que prácticamente siempre está presidida por una empresa estadounidense y, de hecho, a día de hoy JP Morgan Chase preside la junta, con Lloyds Bank en la vicepresidencia. La influencia de EEUU en la institución es prácticamente total.

Este control del SWIFT por parte de EEUU le da varias ventajas estratégicas. En primer lugar, puede excluir a bancos a los que quiera sancionar, imponiéndoles costes extra y obligándoles a buscar métodos alternativos más caros, menos seguros y que no todos los operadores aceptan, afectando a la inversión y dañando directamente a su sistema financiero. Rusia estimaba en 2014 que la desconexión total supondría un impacto del 5% a su PIB. Además permite tener información sobre todas las transacciones que quedan registradas. Al ser prácticamente de uso universal se puede seguir ‘el rastro del dinero’ para ver donde fallan sanciones (como las impuestas a Rusia) y poder solucionar los ‘agujeros’ por los que los países sancionados evitan las imposiciones, recalca también El Economista.

En los últimos años hemos asistido al uso político sancionador de este sistema bancario de comunicación. El propio sistema SWIFT informó de que en 2012 fueron expulsados los bancos iraníes sancionados por la UE. Y en 2022, se anunciaba la expulsión de Rusia y Bielorrusia.

El Banco Central de Rusia creó un nuevo servicio de mensajería financiera, el Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS). En junio de este año, la UE anunciaba que “las entidades de la UE que operan fuera de Rusia tendrán prohibido conectarse con el SPFS o servicios especializados de mensajería financiera equivalente. Además, se prohibirá a los operadores de la UE realizar transacciones con entidades específicamente cotizadas que utilicen SPFS fuera de Rusia”. La persecución no cesaba.

Los mecanismos de comunicación financiera internacional se habían convertido en objetivo militar. Todas las potencias emergentes percibían que con el sistema SWIFT estaban a merced de las potencias occidentales, que podían estrangular su relaciones comerciales internacionales solo con darle al botón de expulsión del código SWIFT.

Los BRICS lo entendieron desde sus inicios y crearon una empresa conjunta entre los cinco países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que fue lanzada en 2018 por el Consejo Empresarial BRICS entre las principales prioridades del Informe Anual. Allí se anunciaba un sistema propio de pago común para ser utilizado por cualquiera de sus cinco monedas locales.

Ahora, la guerra de Ucrania y las sanciones a Rusia han precipitado el definitivo cisma entre Occidente y el resto del mundo, y es ahí donde los BRICS están siendo fundamentales para un nuevo orden financiero que necesitaba un nuevo sistema de mensajería financiera internacional. Sería el BRICS Pay, un sistema de pago diseñado para facilitar las transacciones transfronterizas entre las naciones BRICS, para empezar, en la primera fase, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Mientras estas naciones buscan reducir su dependencia de las redes financieras tradicionales dominadas por Occidente, BRICS Pay ya no las necesitaría y podría revolucionar los pagos internacionales ofreciendo una alternativa más eficiente, segura e inclusiva.

Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo más amplio de las naciones BRICS para fortalecer su cooperación económica y reducir su dependencia del dólar y otros sistemas financieros dominados por Occidente.

BRICS Pay será una plataforma digital que permitiría a los consumidores y empresas de los países asociados hacer pagos y transferir fondos a través de fronteras con facilidad, precisamente lo que hasta ahora hacemos con SWIFT, con la diferencia de que no lo harían bajo el dominio occidental.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, señaló hace unos días que estos sistemas de pago permiten a los países gestionar sus economías de manera más independiente, reduciendo el riesgo de sanciones de EEUU y sus aliados. Dijo que el cambio está impulsado por el creciente uso de monedas occidentales como herramientas de intervencionismo político y destacó la creciente preocupación entre las naciones sobre la amenaza de sanciones por parte de las potencias occidentales: “Todos los países del mundo entienden que cualquiera ellos puede terminar siendo víctima de las sanciones de EEUU o sus socios occidentales”.

En su opinión, las plataformas de pago BRICS ofrecen una solución viable para los países que buscan reducir su exposición a los riesgos geopolíticos y mantener autonomía y soberanía en sus transacciones financieras.

La propuesta no solo supone romper con SWIFT y su dependencia, sino que también afectará a la línea de flotación del predominio del dólar. Ahora esas transacciones se realizarán en las monedas locales de los BRICS o incluso en una nueva moneda digital que desarrollen. Ya no habrá que convertir a dólar para hacer las transferencias internacionales, se reducirían los costos, tiempos y riesgos cambiarios porque se eliminan intermediarios, y aumentaría la independencia financiera de los BRICS. El policía aduanero de las monedas se quedaría fuera de este circuito.

Michael Maharrey, experto de Money Metals, explicaba en un medio especializado que el BRICS Pay sí supone un impacto indirecto sobre el dólar. «Un nuevo sistema podría acelerar la desdolarización pues SWIFT, al final sirve como una ‘superautopista’ del comercio mundial y este SWIFT, por lo tanto, refuerza el papel del dólar como eje del comercio global».

Los daños para Estados Unidos son múltiples. Recordemos que SWIFT ofrece a Washington otra gran ventaja estratégica en la guerra económica y de sanciones. Al tratarse de un sistema de intercambio de información, según el Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés) «permite monitorear el cumplimiento de sanciones de terceros». Un factor clave para detectar empresas y países que burlan las imposiciones de Estados Unidos. Más motivos para que la mayoría de las potencias emergentes intenten sacudirse el yugo del SWIFT.

Las publicaciones especializadas señalan que el nuevo sistema podría “no solo transformar las relaciones económicas entre los países BRICS, sino también redefinir los equilibrios financieros mundiales”.

El anuncio de la creación de BRICS Pay puso tan nerviosos a los centros financieros internacionales que el ministro de Finanzas de Sudáfrica tuvo que salir a tranquilizarlos diciendo que no estaba “previsto que reemplazara al sistema Swift”. Es evidente que la sustitución dependerá de cada país. Si bien Sudáfrica o India no tienen ninguna intención de abandonar el Swift, Rusia e Irán ya están fuera, y Brasil ha expresado sus deseos incluso de crear una moneda común. Por su parte, aunque China utiliza SWIFT, las expectativas de que dispare el uso de BRICS Pay son indiscutibles, funcionando con los dos.

Tras varios años de estudio, parece que el proyecto pronto será realidad. Valentina Matviyenko, presidenta del Consejo de la Federación de Rusia, confirmó que el proyecto está en buen camino. Esto ya no es solo una idea, está avanzando con concreción, declaró.

Si bien en la cumbre de los BRICS de Johannesburgo el 22 y 24 de agosto de 2023 se descartó una moneda común entre los diversos miembros para plantar cara al dólar, la opción de un sistema de pagos alternativo se vio perfectamente viable y de esta reunión sí salió la firme decisión de abordar el proyecto lo más pronto posible.

Más de 50 países ya han manifestado su interés en unirse a esta iniciativa antes de la cumbre de los BRICS de 2024, que tiene lugar estos días en la ciudad rusa de Kazán. La mayoría de ellos provienen de Asia, África, América del Sur y Europa del Este.

Pero la idea puede ir mucho más lejos a medio plazo. El pasado mes de mayo, la gobernadora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina, defendió ante la agencia Xinhua que la posibilidad de un sistema común de mensajes financieros se extienda por 159 países. «Estamos teniendo conversaciones para la integración de las diferentes plataformas nacionales». En ese sentido, a falta de «la preparación técnica», Nabiullina sentenciaba que «cuando todo esté listo esperamos una respuesta (afirmativa) de los mismos y tanto el SWIFT como el dólar podrían encontrarse pronto con una gran competencia de Rusia y nuestra alianza».

En la cumbre de Kazán habrá sin duda novedades sobre el BRICS Pay.

Es evidente que hay muchos retos por delante para lograr el éxito de este proyecto. Habrá que cumplir las regulaciones nacionales de los diferentes países, garantizar la seguridad en las transacciones y buscar la interoperabilidad con los sistemas globales ahora existentes.

Pero teniendo en cuenta que en el lado BRICS habría más población, más recursos naturales y más PIB, quizá entonces se den cuenta en Estados Unidos y Europa que los sancionados han acabado siendo ellos al quedarse fuera del BRICS Pay.

Pascual Serrano es periodista y escritor. Su último libro es “Prohibido dudar. Las diez semanas en que Ucrania cambió el mundo”
Cedido por VN News La Revista.

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