Joe Biden y la cultura china
JOHN HOPKINS
El reciente comentario de Joe Biden de que Xi Jinping es un dictador y su vinculación de esta valoración al hecho de que el sistema de gobierno de China es diferente al de Estados Unidos es revelador. Parece una manifestación del pensamiento eurocéntrico que ha dominado el mundo en los últimos 200 años y de la falta de voluntad para reconocer culturas fuera de la esfera occidental. Esta práctica no sólo niega la validez de la experiencia de otros pueblos, sino también las oportunidades de aprender y buscar soluciones a los problemas a los que nos enfrentamos.
El rechazo de China como dictadura comunista no tiene en cuenta los miles de años de cultura y filosofía que precedieron a la victoria de Mao en 1949. Gran parte de la filosofía surge del Periodo de los Estados Combatientes, cuando lo que se convertiría en la entidad conocida como China surgió tras un largo periodo de turbulencias durante el cual los pueblos de esos estados combatientes sufrieron enormemente. Comprender que gran parte de la filosofía china se desarrolló durante este periodo nos permite entender la proclividad china hacia la estabilidad y la seguridad del mismo modo que la experiencia de los primeros colonos europeos que llegaron a América huyendo de la persecución religiosa sustenta una memoria histórica que valora la libertad.
Durante el periodo de los Estados Combatientes, los distintos monarcas que los gobernaban buscaron el consejo de filósofos que les ayudaran a dirigir sus propios estados y a enfrentarse a sus rivales. Aunque los nombres de los más famosos de esos filósofos, como Confucio y Lao Tsé, nos resulten familiares, hay que señalar que fue un periodo de extraordinaria riqueza de pensamiento que también abarcó nociones como el yangismo (de Yang Zhu), una filosofía más cercana a Ayn Rand que a Karl Marx, o la del filósofo Mozi (mozismo), que despreciaba a los confucianistas y profesaba algo parecido a una filosofía utilitarista.
Tres de las principales escuelas de pensamiento chino son el confucianismo, el taoísmo y la a veces ignorada y a menudo tergiversada escuela del legalismo chino. Hay una frase en un texto taoísta que pone a estas tres filosofías en un orden jerárquico con el taoísmo (como era de esperar) en la cima. La frase dice que si no tienes Tao (ser como el agua), entonces al menos deberías tener De (liderazgo con el ejemplo moral) y si no tienes ninguna de estas dos al menos asegúrate de tener Fa (algo parecido al imperio de la ley). Tao implicaría una buena comprensión y respeto por el entorno en el que se trabaja y la capacidad de ser como el agua: ser humilde, encontrar formas de sortear los objetos inamovibles y servir a la gente.
Confucio dice que el bueno es como el viento y el malo como la hierba: el viento sopla y la hierba se dobla, y que las normas y reglamentos pueden cambiar el comportamiento de las personas, pero no su carácter. El legalismo chino mantiene una visión menos elevada de la naturaleza humana y sugiere que todas las personas deben ser iguales bajo los ojos de leyes estrictamente aplicadas.
Algunos de los más grandes líderes chinos se han basado en varias de estas escuelas para gobernar el país. El emperador Wu Han Liu desarrolló un modelo que combinaba elementos legalistas y confucianos, mientras que el emperador Tai Gong de la dinastía Tang, posiblemente el más grande de todos, pidió a sus funcionarios que fueran leales a las leyes y no a los individuos, pero también se basó en una amplia gama de creencias y religiones, como el taoísmo, el confucianismo, el islam, el cristianismo siríaco, el budismo y el judaísmo, para entender el mundo.
Calificar simplemente a Xi Jinping de dictador no sólo niega la existencia de un rico y complejo patrimonio cultural, sino que además nos priva de la oportunidad de comprometernos con ideas que pueden ayudarnos a resolver los problemas del mundo moderno. Una visión taoísta de los conflictos, por ejemplo, sugeriría que la estricta separación entre malhechor y víctima no es útil. El “pensamiento Yin Yang” sugiere que existen interrelaciones entre estos estados y que los conflictos no pueden resolverse si no tenemos en cuenta las interrelaciones de las partes en conflicto.
Así pues, la única solución posible para los conflictos es la que adopta una visión holística de los problemas y, a través de ella, busca soluciones. El taoísmo también sugiere que todos los asuntos están en constante movimiento, por lo que cualquier situación, por intratable que parezca, puede cambiar. A medida que el mundo se vuelve cada vez más partidista en diversas cuestiones y los puntos de vista sobre esas cuestiones se vuelven cada vez más maniqueos, puede sernos útil reconocer los fundamentos filosóficos de la cultura china e incluso inspirarnos en algunas ideas relacionadas para ayudarnos a resolver los problemas a los que nos enfrentamos.