Las noticias no tienen nada que ver con el interés periodístico
CAITLIN JOHNSTONE
No lo menciono a menudo, pero soy licenciada en Periodismo. Me licencié con matrícula de honor en el Royal Melbourne Institute of Technology en 2003 y, aunque pasaron otros trece años antes de que pusiera en práctica mi título, la experiencia desempeñó un papel fundamental en la formación de mis opiniones sobre la prensa dominante convencional.
Una de las lecciones en las que pienso mucho se produjo al principio de mis prácticas de dos semanas en Eyewitness News, del Canal 10 (ahora 10 News First), cuando una mañana vi cómo el desaliñado editor de noticias del programa ponía en la pizarra los reportajes asignados a cada uno. Yo había prestado mucha atención a las noticias de televisión porque era lo que estábamos estudiando, y me había dado cuenta de que las historias que cubría el Canal 10 eran siempre exactamente las mismas que las que cubrían el Canal 7 y el Canal 9, normalmente en el mismo orden.
“¿Por qué siempre cubrís las mismas noticias que el Canal 7 y el Canal 9?”, pregunté. “¿Os llamáis por teléfono para coordinaros?”.
Se ríe.
“No, pero es un poco extraño, ¿no?”, aceptó. “Supongo que es lo que se llama ‘sentido de la noticia'”.
Ya entonces me costaba creer que todos los redactores de noticias tuvieran algún “sentido” mágico que les hiciera saber a cada uno cuáles son las historias más noticiables día tras día en todo un mundo lleno de acontecimientos y calvarios.
Desde entonces he aprendido sobre el efecto de pensamiento de grupo que trabajar en la prensa dominante tiende a tener en las mentes de las personas, según los que han hecho carrera allí, y el hecho de que los periodistas que no saben o no les interesa bailar al ritmo de la tarea de establecer la agenda de los medios plutocráticos no son promovidos a redactores de noticias. No es que los redactores se coordinen entre sí en los distintos medios o reciban instrucciones sobre qué informar de los oligarcas y las agencias gubernamentales, es que si fueran de los que necesitan hacer esas cosas para saber qué informar, no estarían trabajando donde trabajan.
¿Cómo sabía la prensa dominante ignorar el escándalo de un nazi ucraniano aplaudido en el parlamento canadiense? ¿Cómo supieron desprestigiar a Bernie Sanders y Jeremy Corbyn? ¿Cómo saben apoyar todas las guerras mientras ignoran a los sin techo y la injusticia económica? Seguro que no es “sentido común”.
En una polémica discusión de 1996 entre Noam Chomsky y el periodista británico Andrew Marr, Chomsky describió un “sistema de filtrado” que “selecciona por obediencia y subordinación” y que determina quién llega a la cima de las plataformas más influyentes del mundo occidental. Chomsky se burló de la falsa imagen que tienen los periodistas de la corriente dominante de sí mismos como “una profesión de cruzados” que son “adversarios” y “se enfrentan al poder”, afirmando que es casi imposible que un buen periodista lo haga de manera significativa en la prensa occidental.
“¿Cómo puede saber que me autocensuro?”, objetó Marr. “¿Cómo puede saber que los periodistas son… ”
“No digo que te autocensures”, replicó Chomsky. “Estoy seguro de que crees todo lo que dices. Pero lo que digo es que si creyeras algo diferente, no estarías sentado donde estás sentado”.
En un ensayo de 1997, Chomsky añadió que “la cuestión es que no estarían ahí a menos que ya hubieran demostrado que nadie tiene que decirles lo que tienen que escribir porque van a decir lo correcto de todos modos”.
Cuando me licencié ya me había dado cuenta de que no podría utilizar mi título de periodista para hacer periodismo de verdad. Me habían dejado meridianamente claro que tendría que pasarme los primeros años reescribiendo textos de Reuters y AP y evitando crear cualquier problema, y que incluso si superaba ese punto había muy poco que esperar; los reporteros de televisión del Canal 10 escribían sus historias antes de ir al lugar de su reportaje y se limitaban a buscar cosas que apoyaran su narrativa pre-escrita, de modo que nunca había una verdadera investigación de los hechos o periodismo real sobre el terreno.
Así que no me molesté. Críe a mis hijos, trabajé en una empresa, dirigí un negocio y un pequeño blog ecológico, y me dediqué a aprender sobre la vida. No podía predecir que Internet acabaría dando lugar a una nueva ola de periodismo financiado por crowdfunding que me permitiría pasar mi tiempo en este planeta haciendo lo que hago hoy. Pero ahora que lo he hecho, me veo recordando a aquel editor de noticias en Eyewitness News y dándome cuenta de que las historias en las que me concentro casi nunca son las mismas que cubre la prensa dominante un día cualquiera.