Xi y Taiwán: ¿Qué hay de nuevo en el XX Congreso del PCCh?

XULIO RÍOS

Dijo poco Xi Jinping sobre Taiwán en su informe –el corto- al XX Congreso del PCCh. Quizá lo más destacado haya sido el hecho de efectuar una sola mención del “Consenso de 1992”, abundando en todo lo demás (apenas 600 palabras) en los tópicos al uso. El foco se ha puesto, sin embargo, en dos variables: el recurso a la fuerza para resolver el problema de la reunificación y la aceleración de los plazos para alcanzar dicho objetivo.

Decepcionó, sin duda, a quienes esperaban una abrumadora contundencia dialéctica que igualara de algún modo la exhibición de músculo que representó el bloqueo de la isla tras la visita de Nancy Pelosi. Pero no se puede interpretar el enfoque hacia Taiwán al margen del resto del informe. Y lo que este, básicamente, viene a decir, es que ahora toca, sobre todo, casa.

EEUU sigue, erre que erre, con que China está obsesionada con romper el statu quo en el Estrecho de Taiwán, aunque en tal propósito es Washington, sin lugar a dudas, el más activo desde la Administración Trump. Si la tensión le preocupara, rebajaría el tono, aunque de hacerlo tendría un problema añadido, el de justificar el incremento de la presión militar y estratégica en torno al AUKUS, QUAD y otros empeños similares. La táctica es la de siempre: primero, te magnifican el problema; después, te venden la solución (preferiblemente, en cómodas cuotas armamentísticas).

En su discurso, Xi no ha anunciado ningún cambio fundamental. Se equivoca el secretario de Estado A. Blinken cuando asegura que “Taiwán se ha convertido en el núcleo de la modernización de China”; al contrario, sigue siendo la cara B. Es verdad que sí es una parte sustancial de la rivalidad entre China y EEUU, pero la vía elegida para superarla es acelerar el progreso y el desarrollo del continente con base en la innovación. Una China más fuerte estará en mejores condiciones de acelerar ese proceso y, sobre todo, de conjurar la “interferencia de las fuerzas externas”, a la que Xi dirigió sus dardos más afilados.

Blinken reiteró en un coloquio en Stanford con su predecesora Condoleeza Rice que el plazo “será mucho más rápido de lo previsto”, una afirmación que solo sirve para tensar la situación aunque, en verdad, no se sustenta en nada nuevo que sugiera una alteración de otra fecha que sigue siendo referencial: 2049.

La insistencia en que existe un gran peligro de que China recurra al uso de la fuerza en el lustro que viene, con el horizonte de 2027 (centenario del Ejército Popular de Liberación), sirve para justificar los planes estadounidenses de venta a Taiwán de 6.500 millones de dólares en armas en los próximos años (recogiéndose en la recientemente propuesta Ley de Política de Taiwán). El ministerio de Defensa en Taiwán propone un incremento del 13,9 por ciento el próximo año, lo que equivaldría al 2,4 por ciento del PIB y un aumento del 0,2 por ciento respecto a este año. Por otra parte, la alusión al cataclismo económico derivado de una crisis grave debiera realmente preocuparnos a todos y por ello cabría disponer los medios diplomáticos precisos para evitar ese escenario. La UE, otra vez, tiene una excelente oportunidad para desarrollar un discurso propio.

La cautela de Xi se explica en términos estratégicos, pero también tácticos. A la vista de las próximas elecciones locales taiwanesas del 26 de noviembre, una arenga belicosa no haría sino beneficiar a las formaciones independentistas cuando los nacionalistas parten con buenas sensaciones. El KMT envió un mensaje al XX Congreso apelando al diálogo con base en el “Consenso de 1992”.

Para el PCCh, la prioridad es la reunificación pacífica y eso requiere crear las condiciones políticas para abrir un proceso de negociación bilateral “entre chinos”. Y sobre todo, necesita estabilidad en los próximos años para acelerar su modernización, convencido de que su éxito allanará el camino para la recuperación de Taiwán bajo una fórmula mutuamente aceptada y cuya definición no se ha producido aun. Es la verdadera novedad que sigue pendiente.

Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

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