La desaparición de Sinwar marca un cambio de ciclo

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Sobrepasado un año de conflicto, cuando el paradero de Yahya Sinwar era quizás el mayor enigma de la guerra, nos enteramos de que el ejército israelí le ha dado muerte. Casi todos suponían que el líder de Hamás se hallaba en algún lugar remoto de la Franja de Gaza, probablemente oculto en un túnel, y bien rodeado de rehenes israelíes que le protegían en calidad de escudos humanos.

Las informaciones que ofrece Israel indican, en cambio, que ha muerto en una acción de combate, una circunstancia que contribuirá a agrandar su leyenda. Los mismos israelíes que pintaban a un Sinwar cobarde y escondido, reconocen su muerte mientras luchaba contra las tropas israelíes que ocupan la Franja de Gaza.

Hasta ahora sólo disponíamos de unas escuetas imágenes de él, apenas unos segundos, de espaldas, en blanco y negro y moviéndose por un túnel con su familia, un video a contraluz, sin rasgos específicos de Sinwar, que difundió el ejército hace ya muchos meses y que debió grabarse pocas horas o días después del inicio de la guerra.

Sinwar envió hace algunas semanas mensajes a dirigentes árabes, pero fueron hechos puntuales que se realizaron mediante comunicados indirectos y no con grabaciones de su persona. Desde esos mensajes no había vuelto a tenerse noticias de él, una circunstancia que algunos en Israel interpretaban diciendo que podría haber muerto en los ataques indiscriminados de la aviación, como de hecho han muerto algunos rehenes.

Yahiya Sinwar nació en 1962 en el campo de refugiados de Jan Yunis, en la Franja de Gaza, en una familia que fue expulsada de sus tierras en la ciudad de Ashkelón en 1948, cuando se estableció el estado de Israel. Condenado a prisión como responsable de la muerte de dos soldados y cuatro palestinos presuntamente colaboracionistas, abandonó la cárcel en 2011, cuando Hamás canjeó a un soldado israelí por centenares de prisioneros palestinos.

Sinwar fue elegido máximo líder de Hamás tras la muerte de Ismail Hanniya, que fue eliminado por Israel en Teherán en agosto. Se dice que el propio Sinwar se ofreció para el cargo y dado su ascendiente fue designado sin mayores problemas.

Su prolongada estancia en las cárceles le permitió estudiar hebreo, una lengua que hablaba con fluidez, y presumir de conocer la psicología de las autoridades israelíes. Habitualmente se informaba a través de los medios de comunicación de Israel y estaba muy atento al día a día de la política interna de ese país.

Después de meses de negociaciones sobre los rehenes, Sinwar había interrumpido los contactos. Resultado: desde hacía bastantes semanas no se sabía nada de él. En Israel se dijo que su desaparición obedecía a que no aceptaba el juego dilatorio de Benjamín Netanyahu y había decidido aguardar a que el primer ministro mostrara una verdadera voluntad de negociar.

Un año de reclusión sugiere que debía tener un carácter muy resistente a las adversidades, carácter que probablemente se formó en las prisiones en las que pasó 22 años. Según algunos medios, sus contactos con el exterior eran escasos y para ellos se servía de un pequeño grupo de personas de su absoluta confianza que sacaban sus mensajes afuera y le devolvían las respuestas con la mayor discreción.

En septiembre, algunos medios publicaron que Netanyahu le había ofrecido salir con vida de la Franja de Gaza si aceptaba un exilio en Sudán. Lógicamente, un acuerdo entre Hamás e Israel, que nunca llegó, tendría que abordar la cuestión palpitante del futuro de Sinwar, y parecía muy difícil que Netanyahu, o cualquier otro líder que le suceda, perdonaran la vida a quien ordenó la muerte de más de un millar de israelíes.

Dirigentes israelíes afirmaron que en ningún caso se le perdonaría la vida. Indicaban que probablemente estaba rodeado de rehenes israelíes, lo que hacía muy difícil su eliminación. Después de algunas experiencias desagradables, el ejército había decidido no arriesgar la vida de más rehenes. El número de rehenes con vida en poder de la organización islamista no se conoce con exactitud, aunque el ejército estima que son 101.

La resolución del conflicto y el canje de prisioneros están en manos de Netanyahu. El líder israelí sopesa sus consideraciones y sus cálculos políticos personales, y parece decidido a no ceder hasta que la opinión pública le dé un respaldo incondicional. Por consiguiente, Sinwar debía ocultarse de la mejor manera posible, ya que si aparecía en público su vida correría un peligro inmediato.

No está nada claro el futuro de la Franja de Gaza. Netanyahu está alargando el conflicto deliberadamente. Es muy probable que antes de adoptar decisiones trascendentes, compruebe quién gana las elecciones de noviembre en EEUU. El primer ministro acaricia la idea de expulsar a toda o gran parte de la población de la Franja, un planteamiento que han formulado algunos de sus aliados. Si este proyecto sale adelante, sí sería la derrota póstuma de Sinwar y de los palestinos.

En cualquier caso, lo importante ahora es ver quien toma el relevo al frente de Hamás. No hay que descartar que sea una dirección colegiada, como ya ocurrió en una ocasión, cuando Israel mató a varios dirigentes de la organización. Por lo demás, no sabemos si su sucesor o la dirección colegiada se atendrán a las líneas que con toda claridad marcó Sinwar en lo tocante al canje de prisioneros que debería preceder a un acuerdo de alto el fuego y a una retirada completa de Israel de la Franja de Gaza.

Eugenio García Gascón ha sido corresponsal en Jerusalén 29 años. Es premio de periodismo Cirilo Rodríguez.

 

 

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