Sobre amenazas chinas y amigos americanos

PASCUAL SERRANO

Como de todos es sabido, en el tablero internacional, España, y Europa en general, son socias de Estados Unidos: socias en lo militar, lo económico y lo geoestratégico. Toda la política española de defensa y las relaciones comerciales giran en torno (por decirlo de una forma suave) a Estados Unidos. Los ciudadanos podemos tener la opinión que deseemos sobre ese país, pero para nuestros gobernantes son el “amigo americano”.

Por el contrario, cada vez se está implantando más desde el poder que China es la amenaza. En la pasada Cumbre de la OTAN del 2022 los documentos la calificaban de “desafío” a la paz occidental y la palabra “amenaza” fue recogida en numerosas declaraciones y noticias.

Dicho esto, dos noticias recientes nos pueden servir para ver cómo nos trata el “amigo” y cómo nos trata la “amenaza”. Como se comportan con nosotros en lo más tangible, en las relaciones comerciales.

Pongamos en contexto. Con el pretexto de su preocupación por la democracia, el gobierno de EEUU estableció sanciones económicas contra Venezuela. Se trata de varias oleadas de sanciones impuestas desde 2015. Sin embargo, la crisis energética generada por las sanciones a Rusia provocó que tuvieran que suavizar algunas de esas sanciones el pasado año, lo que mostró que la supuesta indignación estadounidense contra la democracia venezolana o era muy relativa, o no era el motivo de sus sanciones.

Por ello aprobó lo que denominaron licencias, es decir, excepciones parciales y coyunturales a algunas sanciones. Por ejemplo, la licencia general número 44, que suavizaba las imposiciones contra la actividad y comercialización de petróleo y gas de Venezuela. Ahora, el pasado 18 de abril revirtieron esa licencia, es decir, se retoman las sanciones contra las empresas que comercialicen el petróleo venezolano.

Sin embargo, se ha mantenido otra licencia, la número 41, que se renueva automáticamente el 26 de cada mes. Esta licencia establece que el departamento del tesoro de EEUU sigue permitiendo que la petrolera estadounidense Chevron explote y comercialice el petróleo venezolano. De hecho, a inicios de abril se informó de que la empresa mixta entre PDVSA (la estatal venezolana) y Chevron, Petroindependencia, activó el primero de los 17 pozos de nueva generación que tiene previsto instalar este año como parte del “Plan de Perforación 2024”.

Así, los envíos de petróleo a Estados Unidos continuarán sin inconvenientes, incluso sacarán provecho porque podría impulsarse aún más la reventa de petróleo venezolano por medio de Chevron. De modo que, con el cambio de situación, más que una sanción a Venezuela, a su gobierno o a su petróleo, lo que se establece es un privilegio hacia la empresa estadounidense y una sanción al resto, especialmente a las europeas que operaban o intentaban operar y comercializar el petróleo venezolano.

Tal como quedan las cosas con el nuevo panorama anunciado el pasado 18 de abril, la empresa estadounidense es la única a la que se le otorga permiso para comercializar, quedando fuera del mercado y bajo amenaza de sanción la española Repsol, la italiana Eni y la francesa Maurel/Prom, todas ellas en negociaciones comerciales con PDVSA.

En conclusión, con la coartada de presionar al gobierno de Venezuela para que sea más democrático en vísperas de sus elecciones presidenciales el 18 de julio, el “amigo americano” a quien verdaderamente sanciona es a las petroleras europeas, a las que impide comercializar con el petróleo venezolano.

Ahora vayamos a la “amenaza” China.

Al día siguiente de la noticia de las sanciones estadounidenses a las petroleras europeas, el 19 de abril, se celebraba en Barcelona el desembarco en España de la empresa automovilística china Chery que, mediante un acuerdo con la española EV Motors, permitirá la producción de hasta 150.000 vehículos en 2029 (en 2027 se prevén 50.000) y la recuperación de 1.250 puestos de trabajo. Esto se hará en las antiguas instalaciones de la japonesa Nissan en la Zona Franca, que abandonó la empresa a finales de 2021 y dejó en plena pandemia de Covid sin trabajo a más de 2.500 personas y en riesgo miles de empleos indirectos y el futuro de varias empresas proveedoras. Otros “amigos”, los japoneses.

Aclaremos que la empresa Chery es de propiedad estatal china, es decir, de ese gobierno comunista que, según la OTAN y Estados Unidos, es una “amenaza”. La firma del acuerdo con los chinos, además de los directivos empresariales, contó con la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, el consejero de Empresa y Trabajo, Roger Torrent, y el vicegobernador de la provincia china de Anhui, Shan Xiangqian. Aquí ya los gobernantes, por un ratito, olvidaron la “amenaza china”.

La conclusión es clara. Vayan a contarle a los 1.250 trabajadores automovilísticos catalanes que China es una “amenaza” y a los trabajadores y accionistas de Repsol que Estados Unidos son “amigos”.

Pascual Serrano es periodista y escritor. Su último libro es “Prohibido dudar. Las diez semanas en que Ucrania cambió el mundo”

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *