EEUU, un imperio que retrocede
PASCUAL SERRANO
La comunidad internacional anda desconcertada ante las decisiones, aparentemente confusas, de Donald Trump y su equipo, sin embargo, en mi opinión, hay una cierta coherencia en todas ellas: el reconocimiento del fracaso de Estados Unidos como potencia global dominante y el repliegue de su liderazgo.
Probablemente el asunto de los aranceles sea el más elocuente. Hace tres décadas, Estados Unidos se sentía la potencia económica vencedora en un mundo con una economía globalizada. Creía que su capacidad de producción, venta y distribución global estaba por encima del resto de los países y que su dominio del mercado era absoluto. Entonces, los acuerdos de libre comercio eran las herramientas perfectas para hacerse con el control de los mercados del resto de los países. Todos recordamos el debate en torno al Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (TLCAN), en 1994. La izquierda lideraba la oposición a ese tratado, de hecho el día en que entraba en vigor, el 1 de enero, el subcomandante Marcos y su Ejército Zapatista de Liberación Nacional se levantaron en armas en México para enfrentarse a él. Junto a los zapatistas, la izquierda mundial que adoptaba entonces el calificativo de antiglobalización. Se produjo en ese momento un periodo de movilización histórica mediante los llamados Foros Sociales Mundiales que esgrimían la bandera contra la globalización y defendían la soberanía de los pueblos frente al poderío mercantil intervencionista de EEUU.
Ahora, asistimos a la paradoja de que es Estados Unidos quien está renegando de los acuerdos de libre comercio, en la medida en que está imponiendo o negociando aranceles. La razón es sencilla, el tiempo ha demostrado que EEUU ha perdido la batalla de la globalización económica frente a otros países. No ha logrado explotar sus recursos naturales, no es autosuficiente en energía y sus cadenas de producción necesitan de las industrias en otros estados para producir productos. Hasta ahora el proteccionismo de imponer aranceles era la política económica de las economías débiles que necesitaban replegarse ante el poder de la producción extranjera, hoy ya es la política de Trump.
Otro elemento que confirma la retirada de EEUU es su decisión de retirar recursos militares de Europa diciéndoles a los europeos que deben apañarse ellos solos en su propia defensa, porque Estados Unidos no puede permitírselo. La historia sirve para recordar que en 1990 Mijail Gorbachov, en la cumbre del Comecon celebrada en Sofía, anunció que la Unión Soviética ya no estaba disponible para financiar los gastos de los países «hermanos» de Europa del Este, sancionando así el «sálvese quien pueda» y el fin del equilibrio establecido en Yalta que vio a Europa dividida en dos: de un lado la capitalista y del otro la comunista.
Es evidente que estamos viviendo en Estados Unidos algo similar a lo que vimos en 1990 con la Unión Soviética. No solo por las declaraciones despectivas de Trump, quien ha dejado claro que no considera a Europa un interlocutor creíble en sus negociaciones sobre la guerra de Ucrania, sino también por las declaraciones del secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien reiteró en la cumbre de la OTAN que los países europeos estarán llamados a pagar sus cuotas en materia de seguridad.
La puntilla para el gasto militar ha sido la guerra de Ucrania. También aquí sirve el paralelismo con la guerra fría. Entonces, la carrera armamentística sirvió para agotar y arruinar a la URSS, llevándola al colapso. Los gobiernos estadounidenses creyeron que con la guerra de Ucrania se repetiría la historia, ahora con muertos, y que Rusia se desangraría, palabras textuales de Biden al inicio de la guerra. Pero, como en todas las competiciones, no siempre está claro quién es el primero en desplomarse y Trump ha comprendido que iban a ser ellos.
Bien claro lo dijo el secretario de Estado, Marco Rubio: “nos guste o no, Rusia es una potencia, una potencia mundial (…) es una nación que tiene, en algunos casos, el mayor arsenal de armas nucleares tácticas del mundo y el segundo más grande, sino el más grande, arsenal de armas nucleares estratégicas del mundo”.
La confrontación con Rusia estaba condenando a Estados Unidos al fracaso, militar y económico. «EEUU irá a la quiebra si mantiene su actual ritmo de gasto gubernamental”, advirtió el multimillonario estadounidense y el jefe del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), Elon Musk.
«Simplemente, no podemos sostener un déficit de 2 billones de dólares. Solo los intereses de la deuda nacional superan ahora el gasto del Departamento de Defensa, y gastamos mucho en el Departamento de Defensa. Estamos gastando como un billón de dólares en intereses. Si esto continúa, el país se declarará en quiebra de facto», declaró Musk.
En realidad de esta retirada ya hablaron hace un tiempo Noam Chomsky y Vijay Prashad en un libro con ese mismo nombre, “La Retirada”. Una retirada que tuvo su forma más elocuente en la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán tras veinte años de ocupación, dejando en el poder a los talibanes. A ello hay que añadir que prácticamente también tuvo que abandonar Irak y no lograron controlar el caos de Libia. Como dicen Chomsky y Prashad, “en los últimos años, Estados Unidos no ha logrado ninguno de los objetivos de sus guerras”.
Todavía más claro lo dejó el vicepresidente J. D. Vance, en un tuit en el que señalaba lo siguiente para explicar su abandono del interés por Ucrania:
“El presidente Trump se enfrenta a la realidad, lo que significa enfrentarse a hechos. (…) los rusos tienen una enorme ventaja numérica en cuanto a personal y armamento en Ucrania, y esa ventaja persistirá independientemente de que Occidente envíe más paquetes de ayuda. (…) el conflicto ha puesto -y sigue poniendo- a prueba los instrumentos del Estado estadounidense, desde los arsenales militares hasta las sanciones (y tanto más). Creemos que la continuación del conflicto es mala para Rusia, mala para Ucrania y mala para Europa. Pero, lo más importante, es mala para Estados Unidos. (…) En vista de los hechos expuestos, debemos buscar la paz, y debemos hacerlo ahora. (…) Es una tontería holgazana y ahistórica atacar como «apaciguamiento» todo reconocimiento de que los intereses de Estados Unidos deben tener en cuenta las realidades del conflicto. Ese interés —no los moralismos ni el analfabetismo histórico— guiará la política del presidente Trump en las próximas semanas”.
Las cuentas no salen y los gobernantes estadounidense saben que no pueden permitirse ser los gorilas del mundo, porque no tienen dinero para eso.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth está ordenando a las agencias del Pentágono y al ejército que recorten los presupuestos en un 8 por ciento ya en 2025, como parte de una drástica reasignación del gasto de defensa para abordar las prioridades del presidente Donald Trump, como proteger la frontera y modernizar la fuerza nuclear.
El Pentágono reducirá los comandos militares en Europa y Medio Oriente, mientras mantendrá o aumentará el gasto en 17 áreas prioritarias, incluida la seguridad fronteriza.
El tamaño y la velocidad de los recortes ascienden a unos 50.000 millones de dólares (una cifra nada despreciable) y marcan un cambio radical en la política de defensa de Estados Unidos.
Según el Washington Post, Hegseth ha ordenado a los altos dirigentes del Departamento de Defensa que planifiquen recortes que podrían reducir el presupuesto del departamento en un 8 por ciento al año, o alrededor de 290 mil millones de dólares, durante los próximos cinco años. En resumen, el 40% del presupuesto actual del Pentágono.
Y no, no es que los republicanos se hayan vuelto pacifistas, simplemente se han dado cuenta de que se están asomando al abismo financiero del país.
Según el popular periódico alemán Bild, un funcionario de Europa del Este dijo al periódico alemán que “están en curso discusiones sobre la retirada de las tropas estadounidenses de todos los países de Europa que se unieron a la alianza de la OTAN después de 1990, lo que se dice que ha sido uno de los objetivos de las recientes negociaciones entre Rusia y Estados Unidos.
Entre ellos se incluirían Albania, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Hungría, Letonia, Lituania, Montenegro, Macedonia del Norte, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia. Además, se dice que en Italia se están realizando preparativos para la posible retirada de las fuerzas estadounidenses de Kosovo”.
Helena Villar en su libro Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream, explicaba el despilfarro y la ausencia absoluta de control de gastos del Pentágono. En el edificio del Pentágono trabajan diariamente más de 20.000 personas en sus doce plantas, toda una ciudad. Los altos cargos suelen proceder de grandes empresas de armamento, y viceversa, todo un ejemplo de puertas giratorias entre cargos públicos y directivos de empresas contratistas con la Administración.
Estados Unidos gasta más en defensa que los siguientes siete países del mundo juntos, su presupuesto representa más de la mitad del total del desembolso nacional.
Así lo explica Villar: “El agujero negro de la defensa de Estados Unidos es tan demencial, que por primera vez en la historia el departamento fue sometido en diciembre de 2017 a una auditoría independiente a un coste de más de 400 millones de dólares. Más de mil auditores decidieron tirar la toalla tan sólo un año después, alegando no poder justificar los gastos derivados de la mayor partida presupuestaria del gobierno estadounidense. No sólo no pasó nada, sino que el secretario adjunto de Defensa aseguró que nunca pensaron que la auditoría fuese a ser aprobada, pese a que desde 1990 todos los departamentos y agencias del gobierno federal deben de estar sujetos a ello. Todos cumplen, excepto el Pentágono, que año tras año hace efectivo el que quizá sea el mayor fraude público mundial”.
“Un profesor de economía que analizó todas las informaciones financieras públicas entre 1998 y 2015 llegó a la siguiente conclusión: el Pentágono no pudo explicar 21 billones, con b, de dólares. Esta cantidad equivale a todo el Producto Interior Bruto de Estados Unidos en 2017 y a su vez a la deuda nacional del país más endeudado del planeta. Tal y como se ha expuesto, lo escandaloso del asunto es que ni siquiera puede establecerse cuánto es dinero real y cuánto es ficción, aquella creada por un ejército de contables cuyo único objetivo es pedir más al Congreso año tras año”, explica Villar.
Ahora intentan luchar contra ese caos. El propio secretario de Defensa ha dejado claro que deben centrar su esfuerzo militar en China. Y, añadimos nosotros, también en lo más vulnerable de quien ya se sabe débil, sus fronteras.
Todos los recortes de la Administración Trump son solo el reflejo de un gobierno que ha entendido que Estados Unidos se estaba arrogando un poder y una autoridad que no estaba en condiciones económicas para mantener y que se arriesgaba al colapso interior. Es por ello que Elon Musk plantea el cierre de la USAID y el recorte del 90% del presupuesto de una agencia que, bajo la coartada humanitaria, era básicamente en centro de injerencia política mundial. O les pide a los funcionarios que les digan por escrito qué trabajo hicieron la semana anterior.
¿Existe un ejemplo más gráfico de empresa caótica y decadente que una donde el jefe debe preguntar a los empleados cuál es el trabajo por el que les pagan?
Pascual Serrano es periodista y escritor. Su último libro es “Prohibido dudar. Las diez semanas en que Ucrania cambió el mundo”
Este artículo se publicó en Venezuela News La Revista