Mario Amorós: la puesta en marcha de la experiencia allendista era inaceptable para EEUU
JAYRO SÁNCHEZ
Mario Amorós es un periodista e historiador español especializado en la historia de Chile. Ha escrito numerosas obras sobre este país, incluyendo biografías de referencia internacional sobre Salvador Allende, Miguel Enríquez, Augusto Pinochet, Pablo Neruda y Víctor Jara. La primera de ellas ha sido reeditada por Capitán Swing con motivo del 50º aniversario del golpe de Estado que acabó con el Gobierno del dirigente socialista. Amorós nos guía en un breve recorrido por la trayectoria vital del legendario político chileno.
En tu biografía, describes a Allende como a un personaje camaleónico. Nació en una familia acomodada, pero fue uno de los grandes defensores de la clase trabajadora en el siglo XX. Y se licenció en Medicina por la Universidad de Chile, aunque fue el alumno aventajado de un obrero anarquista emigrado a Latinoamérica… ¿Cómo se explican estas paradojas?
Yo diría que son, más bien, circunstancias de la vida. Como muchos otros revolucionarios, nació en una familia burguesa. Sin embargo, sus parientes paternos se destacaban por tener una ideología bastante progresista… De hecho, su abuelo Ramón, que fue un importante líder cívico-militar del país en el siglo XIX, era conocido por su radicalismo político.
Por casualidad, cuando todavía era un muchacho de 14 o 15 años que vivía en Valparaíso, el futuro presidente conoció al carpintero ácrata Juan Demarchi. No creo que este encuentro determinara con rotundidad su posterior trayectoria, pero sí que es cierto que, para él, supuso una primera aproximación a las ideas y la historia de la izquierda.
Demarchi le habló de la lucha de los trabajadores y de la importancia de los sindicatos. También le prestó algunos libros y le enseñó a jugar al ajedrez. Desde mi punto de vista, el hecho de que realizara una de sus primeras tomas de contacto con el mundo de la política a través de un anarquista tiene cierta importancia, puesto que eso le previno contra cualquier clase de dogmatismo.
En 1926, decidió estudiar Medicina en la Universidad de Chile. Un año más tarde, el populista Carlos Ibáñez del Campo instauró una dictadura contra la que lucharía como dirigente estudiantil. Después de 5 años, entre 1931 y 1932, este régimen autoritario fue derrocado y sustituido por la breve República Socialista de Chile. Un partido homónimo sería creado en 1933, y Allende se afiliaría a él, tomando, sin saberlo, una de las decisiones más trascendentales de su vida.
El proyecto que planteaba fue uno de los más destacados dentro del campo de la izquierda en la Guerra Fría (1947-1991), ya que proponía ejecutar una transformación del sistema chileno hacia el socialismo por medios constitucionales y pacíficos. ¿Cómo se le ocurrió esta idea?
En la década de 1940, fue elegido secretario general del Partido Socialista de Chile. Desde entonces, comenzó a pensar en la alianza centroizquierdista que había permitido la conquista de la presidencia de la República a Pedro David de Cerda en 1938. Y, a partir de esta situación concreta, entendió que la formación de una gran coalición de las izquierdas chilenas podría forzar la creación de una alternativa de poder.
Los frutos iniciales de su estrategia cuajaron a principios de los años 1950 con su primer intento de alcanzar la jefatura del Estado. Es verdad que solo obtuvo un 5% de los votos y que quedó en último lugar, pero, en 1958, se convirtió en el segundo candidato más votado. Y 12 años más tarde, la persistencia del Partido Socialista y del Partido Comunista de Chile en pro de esta política de unidad permitiría el acceso de Allende a la presidencia.
Para realizar esa transformación sistémica, siguió una tercera vía situada entre los caminos de la democracia liberal burguesa y de la revolución armada. ¿Lo consiguió?
En mi opinión, sí. Él entendía que la imposición de tácticas violentas no iba a funcionar en el Chile de las décadas de 1950 y 1960. Por el contrario, aseguraba que la concurrencia de un gran movimiento popular de carácter político, social y cultural a las nuevas elecciones chilenas sí podría ser útil.
Y sus tesis se demostraron acertadas, ya que el Congreso Nacional lo eligió presidente con el apoyo de la Democracia Cristiana. Ya desde esa posición, emprendió la segunda parte de su plan, que consistía en construir un modelo de Estado socialista a partir de la institucionalidad política y económica vigente en el país.
ALLENDE SIEMPRE VALORÓ LA DISPOSICIÓN DE LOS SOVIÉTICOS PARA AYUDAR A LOS PUEBLOS QUE LUCHABAN POR SU EMANCIPACIÓN NACIONAL
La postura de Allende respecto al capitalismo era muy clara, pero también criticaba al gran enemigo del «mundo libre»: la Unión Soviética. Aun así, se seguía considerando un revolucionario…
Desde mi punto de vista, lo fue. Unió a la izquierda chilena durante más de 20 años bajo el marco de un proyecto común cuyas posiciones se volvieron cada vez más radicales con el paso del tiempo. Su programa buscaba establecer medidas tan beneficiosas como la nacionalización de los monopolios industriales, la estatización de la banca o la profundización de la reforma agraria.
En cuanto a su visión sobre el panorama internacional, sabía lo que era la URSS. En 1948, expresó su distanciamiento con respecto a algunos de los aspectos más importantes del sistema soviético. A pesar de ello, viajó repetidas veces a su territorio, y siempre valoró su disposición a ayudar a los pueblos que luchaban por su emancipación nacional, como el vietnamita o el cubano.
En cualquier caso, estas ideas no le impidieron condenar hechos como las invasiones de Hungría (1956) o Checoslovaquia (1968)…
¿Son aceptables las acusaciones que se han lanzado contra él desde ciertos sectores de la izquierda tachándole de reformista y socialdemócrata?
Es evidente que a la coalición de Unidad Popular y al presidente Allende se les pueden hacer críticas. Por ejemplo, su discurso público sobre la supuesta integridad constitucional de las Fuerzas Armadas chilenas en el marco militar latinoamericano de la época se demostró equivocado. Y las luchas internas entre la propia izquierda solo debilitaron al Gobierno y facilitaron la labor de los golpistas que querían derribarlo. Supongo que hasta se le puede tachar de reformista o socialdemócrata, aunque no comparto esas críticas.
Dices que uno de los grandes logros del dirigente fue el de reunir a los diversos partidos políticos izquierdistas de su país en una gran coalición que permitió la conformación de un verdadero Gobierno progresista. ¿Cómo lo consiguió?
A través de un proceso muy largo que arrancó en el año 1951 y que estuvo marcado por un entendimiento importante entre Allende y el Partido Comunista de Chile (PCCh). Este último era monolítico en el sentido organizacional e ideológico, pero fue muy leal con el presidente porque entendía que él era el que mejor representaba al movimiento popular.
El otro sostén de la coalición era el Partido Socialista de Chile (PS), que era muy heterogéneo y estuvo muy dividido hasta su reunificación en 1956. Es cierto que, en 1970, le costó apoyar la candidatura de Allende. Sin embargo, al final lo hizo.
De todo esto se infiere que los dos principales partidos de la izquierda chilena comprendieron que, más allá de sus diferencias en el ámbito de la política nacional, solo podían obtener una victoria electoral si se presentaban juntos a las presidenciales y si su representante era Allende, pues él era el único líder que concitaba una gran adhesión entre las diferentes facciones izquierdistas por su mezcla de pragmatismo e inteligencia política.
¿Cómo describirías las relaciones del presidente con otros líderes revolucionarios latinoamericanos?
Diría que siempre estuvieron caracterizadas por el compañerismo. En concreto, los dos referentes de la izquierda más conocidos en la región eran el propio Allende y Fidel Castro. Los años 1960 fueron la época de la Revolución cubana (1959), y tal acontecimiento fue un evidente foco de atracción para gran parte de los movimientos progresistas americanos.
El líder de la Unidad Popular viajó cada año a Cuba en un periodo de tiempo comprendido entre 1959 y 1969. De hecho, siempre dijo que, si hubiera nacido en este país, hubiera estado con Fidel y sus compañeros revolucionarios.
Por su parte, Castro visitó Chile durante cuatro semanas en el año 1971. Reconoció que el proceso iniciado por su homólogo era insólito, aunque admitió que no podía dejar de calificarlo como revolucionario.
Además, tras el golpe de Estado de 1973, Cuba fue uno de los países más solidarios en la lucha contra la dictadura de Pinochet y en favor de los exiliados chilenos.
Allende también mantuvo relaciones con el expresidente brasileño João Goulart y con el líder guerrillero Ernesto Che Guevara…
Sí. Al primero le conoció en Montevideo en diciembre de 1964. El presidente chileno fue allí para dar una conferencia, y Goulart se había exiliado en la capital uruguaya después de que la sublevación militar organizada contra él en el mes de abril triunfara.
Por otra parte, empezó a relacionarse con el Che en Cuba, en el año 1959. Cuando este fue asesinado 8 años más tarde, el presidente le rindió homenaje en un discurso ante el Senado. También ayudó a los 3 últimos supervivientes de su expedición guerrillera «boliviana» a volver a La Habana.
Décadas antes de ostentar la presidencia, el socialista chileno ya era conocido por apoyar al bando republicano durante la Guerra Civil española (1936-1939) y por rechazar la violencia ejercida por el Partido Nazi en Alemania en las primeras décadas del siglo XX. ¿Fue un gobernante muy activo hacia el exterior?
Claro. Es curioso, porque, en general, Chile siempre ha sido un país tendente a aislarse de lo que pasa en el mundo. Y, a pesar de ello, Allende se preocupó de viajar fuera. No tengo constancia de que estuviera en Europa Occidental o en EEUU, pero sí que fue a: Berlín, Yugoslavia, Polonia, la Unión Soviética, Camboya, Corea del Norte, Vietnam y China.
Supongo que eso demuestra que vivía pendiente de lo que ocurría en el resto del planeta. No obstante, el marco internacional de la Guerra Fría condicionó mucho sus visitas, como las de todos los líderes latinoamericanos.
EN 1972, LA SITUACIÓN ECONÓMICA DE CHILE SE HABÍA HECHO MUY DIFÍCIL
Otra de las cuestiones más debatidas acerca del allendismo es la de la efectividad de sus políticas económicas. Algunos dicen que fueron ejemplares y otros que supusieron un fracaso. ¿Cómo las calificarías tú?
Los datos demuestran que tuvieron unos resultados muy positivos durante su primer año de aplicación, aunque es cierto que algunas de sus medidas incentivaron la inflación. Como cualquier Gobierno, el de Allende cometió errores en esta materia.
Además, la reorganización de la oposición impidió que se llevaran a cabo algunas propuestas del programa, como la cesión de los grandes latifundios a cooperativas agrícolas de campesinos.
Los paros patronales del año 1972 provocaron un punto de inflexión y forzaron intentos de rectificación importantes porque la situación económica del país se había hecho muy difícil. Esto lo demostró la llegada al poder del comunista Orlando Millas, quien sustituyó a Pedro Vuskovic como ministro de Economía ese mismo invierno.
En los 1970, el régimen chileno era famoso en el mundo entero por su estabilidad política. Pero el asesinato del comandante en jefe de su Ejército, el general René Schneider, pareció iniciar una incontrolable espiral de violencia en el país. ¿Hasta qué punto influyó su muerte en el desarrollo del posterior golpe de Estado de 1973?
No mucho. El atentado representó el último intento de putsch que los sectores más radicales de la derecha chilena ejecutaron para impedir el acceso de Allende a la presidencia de la nación. Aun así, el Congreso votó a favor de su designación dos días más tarde, y el secretario general del PS llegó al poder con una legitimidad aún mayor de lo que se esperaba.
Sin embargo, los conspiradores se recuperaron de aquel suceso inesperado y siguieron adelante con sus planes. Siempre se ha dicho que EEUU tuvo un papel muy relevante en el alzamiento militar del 11 de septiembre…
Es la verdad. Washington financió con generosidad a los sectores golpistas de la oposición política, empresarial, mediática y social. También desplegó un bloqueo financiero, económico y diplomático que, poco a poco, asfixió al Ejecutivo de la Unidad Popular.
Los millones de dólares proporcionados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fueron los que sostuvieron los paros patronales, las campañas políticas y los editoriales de El Mercurio.
Asimismo, los servicios de inteligencia norteamericanos no solo estaban al corriente de la planificación del golpe o de los posibles efectos que podía causar su estallido… Lo más escandaloso es que lo alentaron.
¿El contexto geopolítico de la Guerra Fría fue determinante para su realización?
Sí. Aunque la experiencia chilena tenía un innegable carácter democrático, su puesta en marcha era inaceptable para el presidente estadounidense, Richard Nixon, y su principal asesor, Henry Kissinger. Pensaban que, si la aplicación del programa marxista de la Unidad Popular se demostraba exitosa, los dogmas impuestos por Estados Unidos a la comunidad internacional acabarían derrumbándose.
De este modo, las fuerzas izquierdistas de países como Italia, Francia o España podrían tomar el experimento chileno como referencia para intentar desarrollar procesos semejantes en sus propios territorios.
Augusto Pinochet traicionó a Allende aunque este le nombrara máximo director del Ejército chileno por recomendación de su antiguo superior, el general Carlos Prats. ¿Por qué lo hizo?
Hasta el 23 de agosto de 1973, Pinochet cumplió con sus obligaciones profesionales de manera impecable. Su apoliticismo y su desempeño como comandante de la guarnición de Santiago, jefe de Salud y jefe del Estado Mayor General lo hacían un candidato ideal para sustituir a Prats. El presidente no tenía motivos para no nombrarlo.
Después, vino la traición. El oficial se sumó al golpe de Estado en el último momento, 36 horas antes de que se produjera. El único responsable de su defección fue él mismo.
Al producirse la sublevación, el secretario general del PS contaba con el apoyo de la mayoría del pueblo chileno. Incluso podría haber hecho un llamado a la resistencia… ¿Qué motivos le llevaron a quitarse la vida?
Sabía que las Fuerzas Armadas estaban bien controladas por los golpistas, y que los trabajadores no podían enfrentarse a un ejército profesional, bien organizado y pertrechado con tanques, buques y aviones de guerra. Habría sido una carnicería.
Décadas después, el PCCh formuló la tesis del «vacío histórico», iniciando un descarnado y autocrítico proceso de reflexión mediante el que afirmó que la Unidad Popular carecía de una buena política militar y de unas concepciones adecuadas sobre el poder y el significado de los procesos revolucionarios.
LA DICTADURA REFUNDÓ EL PAÍS A TRAVÉS DE LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES DE LOS CHICAGO BOYS
¿Qué supuso la instauración de la dictadura militar en Chile?
El desarrollo de una contrarrevolución capitalista que exterminó al movimiento democrático en el que se basaba la Unidad Popular y que, a partir de 1975, refundó el país con el despliegue de un programa de shock neoliberal de los Chicago Boys estadounidenses.
En otras entrevistas has afirmado que las políticas memorialistas chilenas son un ejemplo para el resto del mundo. ¿Por qué?
Porque, durante toda su vida institucional, e incluso después de la transición a un sistema democrático, la dictadura fundada por Pinochet hubo de enfrentarse a una fuerte organización opositora que defendía los derechos humanos de sus víctimas y que reivindicaba los verdaderos motivos por los que estas sufrían opresión.
En la actualidad, Chile cuenta con un Museo de la Memoria y los Derechos Humanos que se ha convertido en un paradigma internacional y que ya nos gustaría tener en España para educar a las nuevas generaciones sobre los crímenes cometidos por el régimen franquista. Los chilenos, y también los argentinos, nos están dando lecciones de cómo actuar frente a la impunidad.
Jayro Sánchez es periodista.