El petróleo y las izquierdas en América Latina

SERGIO NAVAS

El mundo hoy quema más petróleo que nunca. Aunque la agenda verde y las energías renovables avanzan, la realidad es que la pandemia y la guerra en Ucrania han retrasado la transición energética. El pico de consumo de combustibles fósiles ahora se espera para el 2032. Al Covid y a Ucrania se sumó la guerra comercial contra China, completando el escenario ‘desglobalizador’ que está empujando a un reajuste geopolítico.

La necesidad de construir confiabilidad en las cadenas de suministro y acceso a materias primas puso sobre el mapa nuevamente a una olvidada Latinoamérica. Como ejemplo, en julio revivió la cumbre UE – CELAC (Unión Europea con Latinoamérica y el Caribe) después de 8 años. Occidente quiere poner los recursos de la región de su lado, que no se acerquen más a China. Sin embargo, antes de hablar del litio y el hidrógeno verde del mañana, hay que mirar el hoy del petróleo. Los cinco mayores productores en América Latina tienen gobiernos de izquierda, pero su realidad política y su relación con el oro negro es bastante diferente.

#5 Venezuela (600.000 barriles diarios)

Tiene las reservas probadas más grandes del mundo, pero va a completar una década de colapso económico. El chavismo gobierna desde 1999 y se hizo tan dependiente del petróleo que los ingresos de la industria llegaron a representar el 80% de las exportaciones del país en 2009. Crudo nacionalizado que apalancó el gasto social y facilitó la gobernabilidad de la izquierda.

Venezuela llegó a producir 3 millones de barriles diarios en 1999, pero en 2022 solo produjo un promedio de 600.000. Consecuencia de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, la corrupción interna, y en general el colapso social que vive el país, obligando a emigrar a 6 millones de sus ciudadanos.

Recientemente, la guerra en Ucrania urgió a la Casa Blanca a asegurar otras fuentes de petróleo, y eso hizo de repente a Nicolás Maduro menos “dictador” a los ojos de Occidente. Se le retiró el apoyo al ‘gobierno’ paralelo en el que intentaron montar al opositor Juan Guaidó y se permitió a la petrolera estadounidense Chevron reanudar sus operaciones. La producción viene subiendo lentamente. La esperanza es que los diálogos entre chavismo y oposición avancen hacia elecciones justas y se levanten más sanciones para revivir la industria. Se estima que Venezuela podría recuperar su máxima producción en 7-10 años.

#4 Colombia (650.000 barriles diarios)

El aliado de larga data de Estados Unidos tiene por primera vez un gobierno de izquierda. Gustavo Petro ganó en 2022 con un 51.5% de los votos en una reñida segunda vuelta, enfrentando al ‘outsider’ de derecha Rodolfo Hernández (48.5%), quien inicialmente era independiente, pero luego unió a los partidos tradicionales en su esfuerzo por detener al fantasma de la izquierda.

Colombia es el país con menos reservas petroleras de esta lista, escasos 7 años, y su presidente dice que no va a conceder nuevos contratos de exploración. La ambiciosa agenda ambiental de Petro apuesta por un freno político a la extracción de combustibles fósiles, promoviendo en su lugar sectores como el turismo y la agricultura. Esa izquierda más progresista, ambientalista, tiene nerviosos a los capitales extranjeros y a las calificadoras de riesgo. La pregunta es si podrá Colombia reemplazar el 40% de sus exportaciones, hoy provenientes del petróleo, en tan poco tiempo.

Gustavo Petro busca espacio como ambientalista en escenarios internacionales y promueve ideas como el canje de deuda por acción climática. Esto es perdonar deuda para que países emergentes utilicen ese dinero en acciones verdes que beneficien al planeta. Los países ricos han mostrado intenciones, pero no realidades concretas para que eso suceda. Mientras tanto, Petro promete respetar todos los contratos vigentes y adjudicados, pero la no exploración de nuevos yacimientos genera dudas sobre la soberanía energética del país. 

#3 Argentina (750.000 barriles diarios)

El presidente Alberto Fernandez ha encontrado uno de sus pocos alivios económicos en la creciente producción de combustibles del monumental campo Vaca Muerta. Hay tanto gas y petróleo que Exxon, Chevron, Shell y todas las grandes multinacionales están allí. También la estatal YPF, que espera seguir creciendo con Vaca Muerta y duplicar su producción en los próximos años, proporcionando así más divisas para la Argentina.  

En octubre las elecciones presidenciales definirán el rumbo del país. La economía, ya maltrecha desde el inicio de siglo, está en un momento particularmente difícil: escasez de dólares, fuerte devaluación del peso y una inflación del 110% en 2022. Con un escenario tan oscuro parece difícil que la izquierda mantenga el poder, aunque hay que recordar que ganaron 4 de las últimas 5 elecciones. Mauricio Macri fue el único derechista que se interpuso (2015-2019), pero su gobierno terminó como el más impopular de todos.

El candidato del gobierno, del kirchnerismo/peronismo, es Sergio Massa. Es el ministro de Economía y no es un izquierdista, por ello con él intentan arañar votos en el centro político. Sin embargo, ser la cara del continuismo parece una carga demasiado grande en un país al borde del colapso económico. Por la derecha está Patricia Bullrich, heredera del macrismo, y por la derecha radical y extravagante está Javier Milei, una especie de ‘outsider’ populista que promete dolarizar la economía.

Milei, autodenominado ‘liberal libertario’ y ‘anarquista de mercado’, es abiertamente anti-China y admirador de Donald Trump. Apuesta por reducir drásticamente el estado, dolarizar, y eliminar el banco central. Sería un terremoto político de consecuencias históricas. En las elecciones primarias de agosto, las tres fuerzas tuvieron prácticamente un empate, por lo que la baraja está abierta y entre Massa, Bullrich y Milei estará la presidencia. Quiénes irán a una probable segunda vuelta y quién resulte elegido será clave para definir si Argentina se acerca, con todos sus recursos naturales, a los BRICS o a los dólares. 

#2 México (1.5 millones de barriles diarios)

En contraste, la economía mexicana vive un momento positivo. Como muestra el llamado ‘superpeso’, que es la apreciación reciente del peso mexicano frente al dólar. A pesar de los problemas de violencia y narcotráfico, hay grandes flujos de capital llegando, pues México es uno de los mayores beneficiados de la guerra comercial contra China. ‘Nearshoring’ (deslocalización a un país cercano) y ‘derisking’ (reducir ciertas líneas de negocio para evitar riesgos financieros) son las estrategias de la economía estadounidense para llevar a lugares vecinos la producción industrial y aumentar el intercambio comercial con países amigos.

Andres Manuel Lopez Obrador, AMLO, es el presidente más popular de la lista. Ya en su quinto año de mandato, cuenta con cerca del 70% de opinión favorable, pero en México no existe reelección y aún está por definirse quién llevará sus banderas en las votaciones del próximo año. La favorita es Claudia Sheinbaum, que renunció como alcaldesa de Ciudad de México para lanzarse. Ella es más cercana al centro político y sería la primera mujer presidente. Ha estudiado extensamente el cambio climático y tiene una agenda verde que quiere alejar a México del petróleo.

Y es que la industria del crudo no anda bien allí. Pemex, la empresa estatal de hidrocarburos, es una de las más endeudadas del mundo. Durante años el estado mexicano ha destinado grandes recursos para apoyar sus compromisos financieros, pero puede que el próximo gobierno no sea tan generoso. Se discute un riesgo creciente de default (impago). La producción actual mexicana, de 1.5 millones de barriles diarios, dista mucho de su producción récord en 2004, cuando alcanzó 3.4 millones. 

 #1 Brasil (3 millones de barriles diarios)

El tercer gobierno de Lula (primero 2003-2007, segundo 2007-2011) apenas comienza, pero ya parece tener algunos réditos posicionándose como un protector de la selva Amazónica. Claro contraste con la ultraderecha de su antecesor Jair Bolsonaro, negacionista del cambio climático que permitió un aumento estrepitoso en los niveles de deforestación.   

Lula se muestra verde pero no tanto como para renunciar al pragmatismo y a las rentas del petróleo. El plan de buscar yacimientos en el delta del río Amazonas ya ha sido rechazado por la agencia reguladora, y ha dejado serías divisiones entre sus ministros. La de Ambiente mostrándose en contra de explorar por posibles riesgos al ecosistema, el de Minas y Energía creyendo en la correcta y cuidadosa exploración.

Lula dirimió la disputa y dejó las cosas en manos de futuros estudios técnicos: “Si explotar ese petróleo es un problema para la Amazonía, claramente no se explotará, pero lo veo difícil, porque es a 530 kilómetros de la Amazonia”. Otra muestra se ofreció en la reciente cumbre de países con selva amazónica, donde Brasil rechazó incluir posturas anti-petróleo. Lula parece verde, sí, pero la economía y el gasto social primero.

El gigante sudamericano es hoy el octavo mayor productor global. Se ha destacado gracias a los hallazgos en el “pré-sal”, ubicado bajo el mar, cerca de Río de Janeiro y de São Paulo. Allí, Brasil garantiza el suministro de petróleo para sus más de 200 millones de habitantes y un crecimiento en las exportaciones, con cada vez más barriles que van hacia China. 

Mención Extra

Hay que mencionar a Guyana, pequeño país en el norte de Sudamérica que obtuvo su independencia del Reino Unido en 1966. También es gobernado por un partido de izquierda y sus recientes hallazgos petroleros son de los más grandes en el mundo en décadas. La producción está tomando escala, 400.000 barriles diarios en 2022. Aún está por verse cómo van a manejar esa riqueza en la nación de apenas 800.000 habitantes. Se espera que para 2025 Guyana sea uno de los 5 principales productores en la región, y para 2030 uno de los 20 mayores en el mundo.

Sergio Navas es periodista colombiano.
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