Tsai-McCarthy: un encuentro en fase electoral

XULIO RÍOS

¿Gira diplomática a los aliados centroamericanos de Guatemala y Belice o visita a EEUU disfrazada de “escala de tránsito”? Los numerosos contactos políticos mantenidos por la presidenta taiwanesa en suelo estadounidense y, en especial, el encuentro con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, contrastan con la práctica irrelevancia de las agendas centroamericanas.

Aunque la Casa Blanca ha tratado de quitar hierro al encuentro asegurando que “no hay nada atípico en que los presidentes de Taiwán transiten por los Estados Unidos o de hecho se reúnan con miembros del Congreso”, lo cierto es que esta fue la primera vez que un encuentro de esta naturaleza se lleva a cabo en suelo estadounidense desde la ruptura de relaciones diplomáticas en 1979. Lo cual es, ciertamente, poco común.

Por otra parte, reclamar, una vez más, a China, a sabiendas de que considera estos contactos oficiales (McCarthy es el tercero en la jerarquía institucional estadounidense) una violación de la política de una sola China, que no reaccione “de forma exagerada” a esta reunión cuando en la memoria reciente de Beijing persiste aún el derribo del presunto globo espía a golpe de misiles, tiene difícil encaje proporcional. A corto plazo, aleja cualquier posibilidad de una interacción Beijing-Washington al máximo nivel.

En consecuencia, EEUU ha calificado la reacción china de iniciar una “operación militar especial” en el Estrecho de Taiwán como expresión de la persistencia de la línea dura en la gestión de su diferendo con Taipéi. Pero en su encuentro con Tsai, McCarthy se refirió a ella constantemente como la “presidenta de Taiwán” (ni siquiera como Presidenta de la República de China), lo que justamente vendría a reafirmar la postura de línea dura de EEUU de apoyo a Taipéi. Por otra parte, el eje del encuentro fue la manifestación de la “sólida asociación” establecida entre Taiwán y EEUU, insistiéndose en la importancia de aumentar la interacción oficial con Taiwán, la venta de armas, ayudar a Taiwán a ampliar su espacio internacional, etc., acciones todas ellas que bajo el abrigo de la política de una sola China de Washington tienen por objetivo agujerear de lleno el principio de una sola China de Beijing.

EN CLAVE ELECTORAL

La visita de Tsai a EEUU es inseparable de la larga campaña electoral que afronta la isla de cara a los decisivos comicios de enero de 2024. Su periplo coincidió parcialmente con el de Terry Gou, el fundador de Foxconn, que se postula de nuevo para liderar la candidatura del Kuomintang. Gou adelantó abruptamente su regreso a Taipéi quizá al constatar el escaso eco de su mensaje contemporizador.

Por otra parte, el PDP de Tsai -erosionado en su gestión internacional tras tantas deserciones diplomáticas (9 desde 2016, Honduras la última, y Paraguay deshojando la margarita hasta conocer el resultado de los comicios del próximo 30 de abril)- necesita alardear de los vínculos preferentes con Washington. Bien pudiera ocurrir que Hsiao Bi-khim, la representante de Taiwán en EEUU, se postulara para vicepresidenta en la candidatura de Lai Ching-te, el previsible sucesor de Tsai.

Uno de los méritos de Hsiao es, sin duda, el firme lazo establecido entre el soberanismo taiwanés y los halcones más rancios de la política estadounidense. No fue casual que la reunión McCarthy-Tsai se llevara a cabo en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan o que en ella tomara parte Mike Gallagher, que preside el Comité Selecto sobre (contra, debería decir) China de la Cámara de Representantes de EEUU.

Ese vínculo, sin embargo, puede llegar a ser problemático en términos electorales. El PDP parece ser consciente de la existencia de cierto riesgo; aún así, le puede resultar difícil evitar quedar preso de la radicalidad competitiva que caracteriza la política estadounidense, especialmente en todo cuanto se refiere a China. De hecho, McCarthy tenía programado visitar Taiwán esta primavera y se descartó a instancias de Tsai precisamente para evitar una respuesta militar de China que podría influir negativamente en las expectativas electorales.

Otra “cesión” podría considerarse la propia sede de la reunión, bien lejos del Capitolio. McCarthy, por otra parte, señaló que actualmente no tiene planes de viajar a Taiwán. Y aunque pidió acelerar la entrega de armas que Washington ha vendido a Taipéi, esquivó las preguntas de los medios sobre si apoyaría el envío de tropas de EEUU en caso de conflicto militar en el Estrecho de Taiwán.

También China calcula su reacción. Aviones militares y buques de guerra se han hecho notar en áreas alrededor de Taiwán en un simulacro de mucha menor escala que el dispuesto tras la visita de Nancy Pelosi en agosto último. Aun así, deja claro el mensaje de que para cada acción habrá una reacción, no solo en forma retórica o sancionadora, sino afianzando el dominio fáctico sobre la propia isla, en este caso, subrayando una vez más que ya no acepta el acuerdo previamente tácito sobre la línea media entre las dos partes del Estrecho.

Complementariamente, como se ha evidenciado con la visita del ex presidente Ma Ying-jeou (KMT), exaltará la existencia de una vía alternativa para alcanzar una solución política, la única que puede preservar la paz frente a la estrategia del PDP, que conduciría inexorablemente a la confrontación.

Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China.