Dolor y esperanza, la vida cotidiana de los refugiados saharauis

FERNANDO ÍÑIGUEZ
La maldición en forma de no deseo del islam lo dice, “que Alá no te envíe a la hamada”. Y es en la hamada argelina, próximo a la ciudad de Tinduf, al suroeste del vasto país del Magreb, donde desde 1975 vive cerca de un cuarto de millón de personas sin patria, sin suerte ni beneficio y a los que se les ha negado el derecho a elegir su destino.

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