Israel busca el colapso del gobierno de Hamás
EUGENIO GARCÍA GASCÓN
Muchos se preguntan qué persigue exactamente Israel en esta guerra y hasta dónde está dispuesto a llegar. Es posible que no exista una respuesta definitiva y única, y que Benjamín Netanyahu busque varias cosas al mismo tiempo, incluida la expulsión de una parte considerable de la población palestina de la Franja de Gaza, que hasta ahora era de 2,3 millones de habitantes.
El desconcierto es general y no excluye a los medios hebreos, donde estos días se ha podido leer de todo a la hora de interpretar la amenaza de Netanyahu de cambiar el Oriente Próximo de hoy por otro distinto, una amenaza que lanzó el segundo día de la guerra, es decir el 8 de octubre, sin ser más explícito, aunque otros políticos de su entorno la han reiterado en los mismos términos vagos.
El respetado analista del Yediot Ahronot Ron ben Yishai ha publicado este jueves un artículo en el que señala que el gabinete de guerra que preside Netanyahu se ha marcado finalmente un objetivo o misión para la operación militar: el colapso total del gobierno de Hamás en Gaza.
Lo más interesante de lo que dice Ben Yishai es que lo que quiere el ejecutivo israelí es acabar con el gobierno de Hamás, es decir, no con Hamás, probablemente porque los dirigentes israelíes saben perfectamente que no es posible acabar con el movimiento de resistencia islámico que se fundó en 1987 dando paso a la primera intifada.
Pero, ¿qué significa en concreto acabar con el gobierno de Hamás? Para que esto sea posible tiene que ocurrir una de las siguientes tres cosas: 1) que Israel expulse a Egipto a toda la población de la Franja. 2) Que Israel expulse a todos, o casi todos, los gazatíes de Hamás. 3) Que Israel invada completamente la Franja durante un prolongado periodo de tiempo y ponga al frente un gobierno títere alternativo a Hamás, como el de Cisjordania que preside Mahmud Abás.
En el primer caso, ciertamente expulsar a toda la población de Gaza es seguramente el sueño húmedo de más de un dirigente israelí. En el segundo día de la guerra, Egipto dijo que no acogerá a una gran masa de refugiados, pero eso no ha impedido que los bombardeos sistemáticos hayan empujado ya a casi medio millón de personas del norte al sur de la Franja. Sin embargo, estamos viendo que un gran número de palestinos se están quedando en las zonas arrasadas por la aviación israelí con bombas estadounidenses. El Ejército israelí les pide que se vayan al sur, mientras que Hamás les pide que se queden aunque sus casas estén destruidas. En la memoria colectiva está la Nakba de 1948 y no todos los palestinos están dispuestos a dejar sus casas, ni siquiera los escombros de los lugares donde han vivido, por segunda vez.
El segundo caso, es decir, que Israel expulse a todos o casi todos los gazatíes de Hamás, se trata de una idea impracticable, a menos que se cumpla el primer caso de expulsar a toda la población. En Gaza, Hamás cuenta con un apoyo muy numeroso que sin duda crecerá sustancialmente tras el ataque del 7 de octubre. No es posible identificar y discriminar fácilmente a los seguidores de Hamás, que son legión y están en todas partes y a todos los niveles, desde lo más alto del gobierno al lumpen más bajo.
El tercer caso, que Israel invada la Franja completamente y ponga al frente a un gobierno títere, es una opción demasiado compleja. Si Israel no invade la Franja, un gobierno de esta naturaleza no podrá establecerse, pero si la invade y se queda dentro habrá una resistencia enorme con un goteo constante de soldados muertos, puesto que la resistencia no se quedará con los brazos cruzados. Es más, es dudoso que un gobierno títere pudiera mantenerse durante mucho tiempo en Gaza, incluso con la presencia del Ejército israelí. En Cisjordania, donde se da esa situación con el presidente Abás, conforme transcurre el tiempo se va haciendo más y más evidente que no podrá sostenerse durante mucho más. Abás cumple en noviembre 88 años y su gobierno títere tiene los días contados.
Además, atendiendo a estos tres contextos, acabar con el gobierno de Hamás como pretende Israel no resolverá el problema, como no lo ha resuelto el brutal bloqueo de la Franja durante varios lustros. De hecho, sabemos que Israel ni tiene capacidad para acabar con Hamás, ni tiene capacidad para acabar con la idea de Hamás, y que solo tiene una dudosa capacidad de acabar con el gobierno de Hamás, con independencia de la enorme destrucción que pueda causar.
Eugenio García Gascón ha sido corresponsal en Jerusalén 29 años. Es premio de periodismo Cirilo Rodríguez.