Biden mantiene su apoyo incondicional a Israel a solo un año de las elecciones
EUGENIO GARCÍA GASCÓN
Cuando falta menos de un año para las elecciones de noviembre de 2024 en EEUU, el presidente Joe Biden insiste en mantener su apoyo incondicional a Israel en la guerra de Israel contra la totalidad de la Franja de Gaza, y no solo contra Hamás, una actitud que puede costarle al partido demócrata un buen puñado de votos, especialmente entre los jóvenes.
Un sector importante de los votantes de Biden, y no solamente jóvenes, ven con disgusto las imágenes que a diario transmiten las televisiones con mujeres y niños palestinos heridos o muertos por las bombas que Estados Unidos envía a Israel mediante un puente aéreo que funciona con la exactitud de un reloj suizo las veinticuatro horas del día.
Muy probablemente Biden se enfrentará a Donald Trump en las elecciones de noviembre y a día de hoy el resultado parece incierto, lo que significa que el presidente demócrata tendrá que pelear por cada uno de los votos en liza, puesto que Trump hará lo mismo y no está claro quién de los dos alcanzará su segundo mandato en la Casa Blanca.
Si Trump obtiene la victoria, la imagen interna y externa de Estados Unidos puede experimentar un giro copernicano. Durante su primer mandato, el controvertido magnate se marcó un camino que se aparta sustancialmente de la trayectoria tradicional de Estados Unidos en política exterior, y si vuelve a ganar sin duda aplicará políticas cuya trascendencia es una incógnita para todo el mundo.
Biden y los demócratas son conscientes de la crucial coyuntura en la que se hallan, de manera que lucharán con todas sus fuerzas para atraerse todo el voto demócrata. En este contexto preelectoral, muchos no entienden muy bien que Biden haya dado luz verde a Israel para aplanar “como un aparcamiento” el norte de la Franja en una guerra dirigida contra toda la población civil y no solo contra los milicianos.
Cientos de miles de palestinos han tenido que abandonar sus hogares destruidos en el norte y también en sur de la Franja. Las mujeres y los niños están muriendo por millares, no solo por las bombas, sino también en los hospitales de la ciudad de Gaza, sin electricidad y sin que millares de heridos puedan recibir una atención mínima por parte de los médicos.
Las inquietantes imágenes llegan directamente a los hogares estadounidenses, sembrando la confusión entre muchos demócratas que son conscientes de que las bombas que usa Israel se fabrican en su país y con sus impuestos. En particular, la sensibilidad de muchos votantes jóvenes se ve desafiada por lo que están viendo en la televisión y en las redes sociales.
Hay sondeos que muestran que muchos jóvenes demócratas se cuestionan su intención de voto. Esto puede ser una indicación de que Biden debe intervenir pronto para detener la locura de la guerra y evitar que las imágenes sigan incidiendo en los cerebros de los votantes que se muestran dudosos y no descartan abstenerse en las elecciones a causa de la guerra.
Biden, cuyas relaciones con el primer ministro Benjamín Netanyahu no habían sido excelentes durante los primeros tres años de su mandato, ha puesto su poderosa capacidad militar al servicio de Israel, no solo con el envío de armas y municiones, sino también con el envío de dos portaviones al Mediterráneo oriental en una decisión sin precedentes.
La política oficial de la Casa Blanca es fomentar unas negociaciones entre israelíes y palestinos que conduzcan a la paz con una solución de dos estados. Aunque esto lo ha dicho Biden (no lo dijo Trump durante su mandato) en múltiples ocasiones, esa política oficial no está en consonancia con la ausencia completa de acciones de la administración de Estados Unidos en ese sentido.
Al término de la guerra, Biden debería reforzar su política exterior para resolver el conflicto con la solución de los dos estados, aunque esta intención debe ponerse en cuarentena, puesto que es muy dudoso que el presidente se embarque en aventuras de una naturaleza tan compleja cuando apenas faltan unos pocos meses para las elecciones.
Otra cuestión sería actuar después de las elecciones, suponiendo que Biden las gane. Sin embargo, ningún presidente norteamericano desde George Bush padre, cuando convocó la Conferencia de Madrid en 1991, ha puesto a Israel contra la pared. Con esos antecedentes no parece muy probable que Biden se atreva a echar un pulso a los responsables israelíes aunque gane las elecciones.