EUGENIO GARCÍA GASCÓN
La actitud de Washington durante las últimas semanas ha consistido en alimentar sin descanso los arsenales israelíes con bombas de todo tipo, a sabiendas del terrible coste humanitario que ha tenido la destrucción masiva para más de un millón de civiles.
La imagen de potencia benevolente que cultiva EEUU ha quedado hecha añicos, hasta el punto de que las protestas contra la administración del presidente Joe Biden en las ciudades norteamericanas se han convertido en algo habitual, diario. El malestar ha cundido entre millares de funcionarios de la Casa Blanca, el Congreso, el departamento de Estado y el Pentágono. En algunos casos, el malestar ha transpirado mediante cartas, firmadas o no, y hasta con alguna dimisión sonada.
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