El corredor de Zangezur, la pieza clave de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán
Los Gobiernos de las Repúblicas de Armenia y Azerbaiyán anunciaron el pasado viernes que, por primera vez desde la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), habían llegado a un acuerdo para establecer la delimitación fronteriza entre sus dos países.
El nuevo linde interestatal discurrirá entre las aldeas de Baghanis, Baghanis-Ayrum, Voskepar, Asagi Eskipara, Kirants, Heyrimli, Berkaber y Kizilhacili, en las zonas septentrionales de Armenia y Azerbaiyán situadas cerca de Georgia.
El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, declaró a la agencia estatal de noticias Armpress que, mediante este acuerdo, «la República de Armenia consigue una reducción de los riesgos relacionados con la seguridad y la delimitación de fronteras» y que el pacto «puede calificarse como un acontecimiento importante».
Pero no dijo si los negociadores de su Gabinete y los del presidente azerbaiyano, Ilham Alíyev, han discutido sobre la cuestión, siempre pendiente, de la unión de los territorios orientales de Azerbaiyán con la República Autónoma de Najicheván, cuya soberanía azerí es reconocida por la comunidad internacional.
Zangezur, un obstáculo
La mejor forma de materializar esta conexión es a través del corredor de Zangezur, que está ubicado en la parte más meridional de la provincia armenia de Siunyk. Y el motivo más importante por el que Bakú quiere hacerlo es el de tener un acceso seguro y permanente a la frontera que Najicheván comparte con Turquía, su aliada en los conflictos territoriales que mantiene con Armenia desde la década de 1990.
El fin del aislamiento de la república puede facilitar el establecimiento de un negocio muy lucrativo entre Ankara y los azeríes. Hace dos años, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y Alíyev firmaron un acuerdo que convirtió a Azerbaiyán en uno de los principales suministradores de gas natural de la Unión Europea (UE).
El país caucásico posee unas reservas de 2,6 millones de metros cúbicos de gas, y su Gobierno está dispuesto a duplicar la cantidad que ya envía a Europa en un plazo máximo de tres años. El único problema es que, para hacerlo, tiene que controlar el corredor de Zangezur, ya que casi todos los oleoductos y gasoductos que antes transportaban los abundantes recursos naturales del mar Caspio a los hogares europeos pasan por territorio ruso.
Como la UE, de acuerdo con la Administración estadounidense de Joe Biden, ha impuesto sanciones económicas al Ejecutivo ruso por invadir Ucrania en febrero de 2022, Moscú ha bloqueado los conductos por los que transitaban el gas y el petróleo hasta las plantas de tratamiento y de distribución de los 27 estados miembros.
La red de los hidrocarburos
La única tubería azerbaiyana que sigue llevando los hidrocarburos del Caspio hasta Europa es la que recorre Georgia y Turquía. Desde allí, desemboca en Occidente. El gran rodeo que ejecuta por el norte de Armenia provoca retrasos y un considerable aumento de los precios.
Para Bakú solo existen dos vías alternativas. La primera consiste en trasladar el gas hasta Turquía por el norte de Irán, aunque es inviable. Teherán es uno los más estrechos socios de Rusia en la región y siempre ha desconfiado de Azerbaiyán y de sus relaciones con la minoría azerí-iraní, a la que ve como una quinta columna pantúrquica dentro de su propia población.
La segunda se basa en la apropiación del corredor de Zangezur por parte de Azerbaiyán. Pero la toma del exclave armenio de la República de Artsaj en el Alto Karabaj por parte de las tropas azeríes durante el pasado mes de septiembre ha cambiado la situación, dado que Ereván ha confirmado en público su compromiso con los principios de respeto a la soberanía dictados en la Declaración de Alma Ata de 1991.
Cambios
El Cáucaso está experimentando un profundo reordenamiento geopolítico. Armenia, tradicional aliada de Rusia en la zona, se ha ido distanciando de Moscú desde 2018, cuando Pashinián llegó al poder.
Su definitivo acercamiento hacia Occidente se ha producido después de la victoria de Alíyev en el Karabaj. A consecuencia de ello, Moscú va a verse obligado a reorientar su política exterior en la zona.
Una opción podría ser crear una alianza con Azerbaiyán a través de Turquía. El presidente ruso, Vladimir Putin, mantiene muy buenas relaciones con su líder, Recep Tayip Erdogan, porque este le ayudó a esquivar las sanciones de la UE e incluso se ofreció a mediar entre él y el máximo dirigente ucraniano, Volodímir Zelenski, para poner fin a la guerra en Europa.
De hecho, la ejecución de una campaña diplomática para profundizar las relaciones con estos estados podría llevar a la conformación de un oligopolio «multipolar» euroasiático en el sector de los hidrocarburos y frenar, o al menos paliar los efectos, de la proyección de EEUU y la UE sobre Armenia.
No obstante, la incógnita a despejar en esa posible ecuación la representaría Irán, que también desconfía de Turquía porque ha mantenido importantes diferendos con ella en crisis regionales como la de la guerra civil siria. Dada la estrecha cooperación ruso-iraní en Oriente Medio, la pregunta esencial es: ¿hasta qué punto podría presionar Moscú para incluir a su aliado en la nueva sociedad?
Jayro Sánchez es periodista español.