La India marca su posición como un poder sin pactos
COLETTE LEFEVRE
La neutralidad el Gobierno del primer ministro indio, Narendra Modi, ha marcado su posición frente al conflicto en Ucrania y la ofensiva rusa ha definido su nueva presencia en el tablero geopolítico como la de una potencia que no está dispuesta a cerrar pactos ilimitados ni a hacer coro con la alianza de Occidente. En la era del mundo multicéntrico, para la India su centro está en Nueva Delhi.
Con una posición leída como un apoyo velado, la India, miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, es -junto a China- una de las naciones que se ha negado a condenar abiertamente las acciones de Rusia y se ha negado a distanciarse del Kremlin.
La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Samarcanda, Uzbekistán, sirvió para completar está definición con el líder nacionalista indio instando al presidente de Rusia, Vladimir Putin, a buscar la paz asegurando que “estos no son tiempos de guerra”, una articulación pública que cambió la perspectiva con la que ha sido la leída la ambigüedad de la India desde el principio del conflicto.
“He hablado sobre este tema con usted muchas veces por teléfono», dijo Modi con Putin, dejando claras sus preocupaciones sobre los problemas de la seguridad alimentaria, de combustible, y los fertilizantes a raíz.
La retórica india, sin embargo, no supone un cambio de su posición ambivalente planteada desde el comienzo de la guerra, con los portavoces del Gobierno remitiendo todos sus cometarios a los comunicados oficiales, todos casi idénticos, cada vez que son abordados por la prensa sobre Rusia. Al contrario, dejan aún más clara su posición, para la India lo primero es la India.
Desde el estallido del conflicto, las compras de petróleo ruso por parte de la India pasaron del 2 % a cerca del 15 % actualmente, llevando a Rusia a convertirse en el segundo mayor proveedor de crudo, después de Irak, y encaminado a tomar en primer lugar gracias a los generosos descuentos que empezó a recibir Nueva Delhi desde el comienzo de la invasión a Ucrania.
Sin embargo, tras alcanzar su máximo el mes anterior con cerca de un millón de barriles diarios, las adquisiciones comenzaron a descender el mes pasado a medida que Moscú empezó a reducir los descuentos otorgados.
La adquisición de petróleo es sin embargo un elemento nuevo en la larga historia de relaciones entre Nueva Delhi y Moscú. Rusia es el proveedor de cerca de un 70 % del equipo armamentístico de la India, una fracción enorme de su estructura de defensa alcanzado durante la Guerra Fría, y aunque ha tratado durante años de diversificar sus proveedores con alianzas con Estados Unidos, Israel, o Francia, esta muy lejos de acortar la dependencia.
En este momento, con varios conflictos activos y vecinos hostiles, la India necesita la alianza rusa para enfrentarse o incluso para mediar con China, con quien el último año ha estado al borde de estallar con tropas de ambos bandos en la frontera. De manera que la amistad que Nueva Delhi sigue ofreciendo a Moscú de alguna manera mantiene a raya la ecuación Rusia-China, que por su parte han estrechado una amistad “ilimitada”.
Frente a la posición inalterable de la India, los líderes de Occidente sí han tenido que suavizar el modo en demandan una definición a Nueva Delhi, y pasar de la amenaza de sanciones internacionales a ofertas ahora de fraternas alianzas más beneficiosas que la rusa.
La semana pasada, la visita a Nueva Delhi de la ministra de Exteriores de Francia, Catherine Colonna, fue la más reciente de una larga lista de representantes y líderes mundiales que han acudido a la capital india para intentar influir en la posición del Gobierno de Modi.
Colonna le aseguró a la India su apoyo decidido para los desafíos en la región del Indo-Pacífico, refiriéndose directamente a la influencia china, una zona en la que la India intenta expandir su presencia contrarrestando a Pekin.
“Compartimos las mismas preocupaciones porque sabemos el tipo de papel que están jugando los chinos”, dijo la ministra del Gobierno galo enmarcando su oferta de apoyo en la agenda india.
Una semana antes la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, ofreció en Nueva Delhi una alianza para disminuir la dependencia energética de Rusia, que permitiría involucrar a la India en los planes de la Unión Europea para desarrollar energías verdes.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó también a la India para poner sobre la mesa un abanico de oportunidades para su desarrollo si mantiene a Europa como aliado, abordando también la importancia de un aliado como la UE frente a la amenaza que supone para el Indo-Pacífico la amistad entre Rusia y China.
En medios del conflicto, y pese a los titulares de prensa que demonizan la posición de la India, la nación asiática emerge como un actor geopolítico diferente con el cortejo de Oriente y Occidente.
Y aunque el futuro se decidirá en base a cómo se desenvuelvan las cosas para Rusia, la India no solo se ha asegurado un lugar en la mesa como un jugador mundial, también ha dibujado la idea de que, quizá, el nuevo orden mundial no es solo una quimera.
Colette Lefevre es periodista latinoamericana y vive en India