EUGENIO GARCÍA GASCÓN
Es realmente peculiar la relación entre Donald Trump y Benjamín Netanyahu. Uno tiene 78 años y el otro 75. Uno amasa una gran fortuna mientras que el otro se conforma a regañadientes con una fortuna más modesta. Uno inicia su segundo mandato como presidente del país más poderoso del mundo y otro se asoma al final de su carrera política con un gran poder pero lamiéndose las heridas de la guerra de Gaza.
El poder de Netanyahu está fuera de duda. En los mismos días en que escribimos estas líneas, la entrante administración Trump ha dictado amenazas terribles contra los magistrados y el personal del tribunal internacional de La Haya que persigue a Netanyahu por presuntos crímenes de guerra cometidos en Gaza. Todo el engranaje de la administración americana se pone una vez más al servicio de un primer ministro extranjero, lo que ocurre con frecuencia.