La carrera de Kursk
RAFAEL POCH-DE-FELIU
Los últimos peldaños de la escalada que acabamos de presenciar en Ucrania, la implicación occidental en los ataques con misiles a territorio ruso y la respuesta de Moscú lanzando por primera vez, el 21 de noviembre, un misil hipersónico de alcance intermedio llamado Oréshnik con vehículos de reentrada múltiples e independientes (MIRVs), imposible de interceptar y carga convencional, tienen una lógica clara y concreta: se trata de la carrera por definir las bazas para una futura solución negociada de esta guerra.
En Kursk hay una carrera. Los ucranianos y la OTAN quieren mantener su baza territorial de negociación, mientras que los rusos quieren arrebatársela antes de que Trump jure el cargo para fortalecer aún más la posición negociadora de Moscú.
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