Un país que se levanta
FRÉDÉRIC LORDON
La política, en su poder de emergencia, se ha apoderado del país. Una nube de iniciativas espontáneas ha estallado por todas partes, paros sin previo aviso, bloqueos de carreteras, estallidos de disturbios o simples manifestaciones salvajes, asambleas estudiantiles en cada esquina, la energía de la juventud en la Concorde, en la calle. Todo el mundo se siente en ascuas y con impaciencia en las piernas, pero no por las tonterías que fascinan al dedal parisino. El dedal es como la cabeza del alfiler, los periodistas pegados a Macron y Borne, tan ignorantes unos como otros de lo que realmente está pasando: la ebullición.