Nelson Hadad: Netanyahu planea anexionar Palestina al Gran Israel

JAYRO SÁNCHEZ

Nelson Hadad es un abogado y profesor universitario chileno. Fue embajador de Chile en Irak, Jordania y Egipto. A finales de julio, ante los crímenes cometidos por el Gobierno de Benjamín Netanyahu en la Franja de Gaza, decidió redactar una carta en la que solicita la expulsión de Israel de la ONU. Conversamos con él sobre el conflicto en Oriente Próximo.

Israel y Hamás acordaron el pasado miércoles la primera fase de un plan de paz para Gaza. Ideado por el presidente estadounidense, Donald Trump, el pacto ha sido aplaudido y criticado por diversos expertos debido a su imprecisión. ¿Cómo lo valora usted?

La aplicación de su parte humanitaria me parece positiva, porque supone el fin de los bombardeos y la posibilidad de ayudar a la población civil que se encuentra en peligro de morir de inanición. Pero sus 20 puntos contienen, a mi juicio, diversos elementos que hacen poco creíble su cumplimiento por parte del primer ministro israelí.

Este ha quebrantado sus compromisos en repetidas ocasiones. No ha respetado las treguas establecidas y sigue mostrando su afán de exterminar al pueblo palestino. Me gustaría recordar que la intencionalidad de eliminar de manera sistemática a una etnia y el uso del hambre como arma de guerra están tipificados como delitos en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948.

Estos crímenes, que son degradantes, inhumanos y abominables, interpelan la conciencia moral de la humanidad y no pueden quedar en la impunidad. Muchos no creemos en la palabra de Netanyahu, ya que es un criminal de guerra y tiene que rendir cuentas ante la Corte Penal Internacional (CPI, en sus siglas en español).

El acuerdo ha posibilitado la entrega de rehenes y cadáveres a ambos bandos, así como la entrada de convoyes de ayuda humanitaria a la Franja. Sin embargo, no aclara varias cuestiones que son importantes si se quiere lograr una paz estable en la región. ¿Cómo y a qué coste se reconstruirán las infraestructuras gazatíes?

El cálculo inicial es de unos 70.000 millones de dólares estadounidenses. Según lo que ha dicho el presidente Trump, los Estados árabes, y con esto me imagino que se refiere a los países del Golfo, están dispuestos a colaborar junto a algunos otros en la reedificación.

Sin embargo, solo es una hipótesis. No sabemos cuál es el destino que el líder estadounidense y su yerno, Jared Kushner, pretenden dar al territorio gazatí. Primero se deben limpiar los escombros y los restos de las armas químicas que se han lanzado sobre sus ciudades.

Por cierto, me parece necesario recalcar que esos mismos proyectiles, elaborados con fósforo blanco, «agente naranja» y defoliantes, fueron prohibidos en Ginebra tras su utilización por EE. UU. en Vietnam. Y, ahora, han provocado la muerte por quemaduras a cientos de niños.

¿Los territorios ocupados por Israel serán devueltos a Palestina?

No lo creo. En el fondo, este proyecto de Donald Trump no es un acuerdo de paz. Los palestinos, que son los dueños de la tierra, han sido excluidos de la negociación. Se ha llegado a hablar de iniciar proyectos inmobiliarios en ella para crear una especie de Riviera francesa regional.

Además, los soldados y los colonos israelíes no se han retirado todavía de Gaza y Cisjordania. Ni lo van a hacer. Netanyahu y sus ministros ultraderechistas están planificando su anexión dentro del Gran Israel. Luego irán a por Líbano, Siria, Jordania y Egipto. Y esto agravaría aun más la escalada de violencia en el Oriente Medio.

No debemos llamarnos a engaño. Las declaraciones del reconocimiento de un Estado palestino independiente y soberano por parte de Francia, Gran Bretaña, España y otras naciones europeas solo son un mero discurso retórico.

Entonces, ¿no se deberían solicitar garantías a ambos bandos para asegurar la finalización de las operaciones militares en la zona?

Esa seguridad solo la podría dar el presidente Trump. Lo que no tengo claro es cuánto puede influir él sobre sus aliados, porque, al principio, el plan de paz incluía un punto sobre el establecimiento de una Palestina independiente que fue retirado por iniciativa de Netanyahu.

¿El despliegue de una fuerza multinacional en el lugar podría ser un paso hacia el apuntalamiento de la seguridad y la paz en Oriente Próximo?

Yo soy partidario de aplicar el capítulo VII de la Carta de la ONU. El problema radica en el veto norteamericano que, sin ninguna duda, será antepuesto cuando se pida la invocación de la intervención humanitaria.

La actual situación del Consejo de Seguridad implica una parálisis completa para el organismo internacional. EE. UU. ha vetado seis veces las propuestas de alto al fuego y de tregua humanitaria.

Por lo tanto, debemos reformar en su totalidad el sistema de la ONU. Y, en especial, la composición del Consejo, cuya membresía se otorgó como botín a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Hay que aumentar el número de miembros permanentes de 5 a 10, e incluir en él a India, Sudáfrica y Brasil.

No es posible que un único Estado niegue su autoridad a los otros 14 miembros del Consejo y a más de 160 representantes de la Asamblea General. Es algo que viola los principios de igualdad jurídica y democracia interna.

¿Los líderes responsables del genocidio del pueblo palestino afrontarán alguna responsabilidad penal?

Esta es una cuestión de primer orden, aunque el documento del plan de paz no se pronuncia sobre ella en ningún momento. A pesar de ese silencio, las órdenes de búsqueda y captura contra Netanyahu y su exministro de Defensa, Yoav Galant, siguen vigentes.

Cualquiera de los países que suscribieron el Estatuto de Roma de 1998 tienen la obligación de detenerlos. La Interpol ha emitido una alerta roja internacional que afecta a numerosos aeropuertos de todo el mundo.

Desde un punto de vista político, la situación del primer ministro de Israel es de máxima debilidad. En los próximos meses, va a tener que defenderse de los cargos emitidos por el CPI. También ha sido acusado de corrupción por el Tribunal Supremo israelí.

Por su parte, Galant ha sido citado como alto responsable militar de las acciones que se están llevando a cabo en Gaza. Pero eso no excluye que en el curso de la investigación se descubra a otros culpables.

Usted es el autor de una carta dirigida al secretario general de la ONU, António Guterres, en la que pide la expulsión de Israel del gran foro mundial y de otras instituciones internacionales. ¿Qué motivos alega para ello?

Los firmantes la solicitamos debido al reiterado desacato del Gobierno israelí, que ha incumplido casi 100 disposiciones promulgadas por la ONU con respecto a la cuestión palestina en estos últimos 77 años.

Incluso estamos pensando en invocar la resolución 377 para que el Consejo de Seguridad ceda sus facultades a la Asamblea General y se pueda proceder al aislamiento internacional de Tel Aviv.

El éxito del boicot contra la Sudáfrica del apartheid debería servirnos como ejemplo de lo que puede ser una medida efectiva contra el Estado sionista. Este se ha transformado en un paria, en un peligro para la humanidad.

De momento, la carta ha sido firmada por otras 55.595 personas. ¿Cree que esta cifra se puede considerar un éxito?

No. Nosotros tenemos la meta de las 100.000 firmas. De hecho, ese mismo número es una simple representación comunicacional que dejaría en una situación de falta de credibilidad a la que algunos llaman con falsedad la «única democracia de Oriente Medio».

Usted ha sido embajador de Chile en Irak, Jordania y Egipto. Se encontraba en la región poco después de que palestinos e israelíes firmaran los Acuerdos de Oslo de 1993. ¿Cómo valora los pactos alcanzados en esas reuniones?

Fueron una gran trampa. Nos dieron la esperanza de que por fin se iba a crear un Estado palestino independiente. Pero, mientras se dilataban las negociaciones, judíos de todas las partes del mundo llegaron a Cisjordania para ocupar bajo la más absoluta ilegalidad sus territorios. Y, por supuesto, con la connivencia y la protección de Israel.

El 19 de julio de 2024, el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ, en sus siglas en español) de La Haya resolvió que la ocupación en la orilla occidental del río Jordán y en Gaza era ilegal. Vulnera el derecho internacional y debe terminar de inmediato. Hay que desmantelar los asentamientos y evacuar a sus pobladores.

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