Mariano Sánchez Soler: «La corrupción del franquismo apenas se ha investigado»

JAYRO SÁNCHEZ

Mariano Sánchez Soler es un periodista, escritor e historiador español. Es conocido por ser el autor de varios estudios fundamentales sobre el franquismo y las herencias ultraconservadoras de la democracia española. Acaba de publicar La familia Franco S.A. (Editorial Roca, 2025). Hablamos con él sobre los negocios y secretos de la dictadura más longeva del siglo XX en Occidente.

La figura de Franco siempre ha sido reivindicada por sus defensores como la de un militar sencillo y patriota sin ambiciones económicas. Sin embargo, los datos recogidos en tu libro demuestran que aprovechó su posición para amasar una inmensa fortuna. ¿Este hecho ha recibido la atención que se merece en algún momento?

El mito de la austeridad del general fue uno de los elementos propagandísticos clave del régimen. El Ministerio de Información se dedicaba a vender su imagen como la de un militar sobrio y sin vicios al que no le importaba el dinero, aunque ese relato nunca ha aguantado un contraste serio con la realidad.

Franco vivía en un palacio y con una corte que lo agasajaba como a un rey. Lo protegía su fiel cuerpo de la guardia mora, salía bajo palio de las catedrales e incluso se le otorgaba el trato de excelencia. Como buen monarca, sabía jugar con las ambiciones de los demás, por lo que acabó convirtiendo el Pardo en un gran centro de tráfico de influencias.

A cambio de sus labores de intermediación, recibió una importante cantidad de dinero que pudo legar a su familia. Un asunto que, por cierto, no ha llamado la suficiente atención durante mucho tiempo. La corrupción del franquismo apenas se ha investigado, y eso es porque sus nostálgicos y la derecha conservadora española se han pasado estas cinco décadas de democracia propagando historias falsas sobre él.

Distintas fuentes afirman que, cuando murió, el dictador tenía en su poder un capital de entre 1.000 y 100.000 millones de pesetas. Como tú mismo has declarado, el número es imposible de calcular debido al secretismo con el que actuaba el régimen. Ha pasado mucho tiempo, pero los ciudadanos siguen sin saber la verdad sobre el asunto. ¿Por qué?

En realidad, es muy sencillo. No se quería molestar a su familia. Fue uno de los precios que se pagaron en la Transición (1975-1982).

Hay que tener en cuenta que esta fue pilotada por altos cargos y exministros de la dictadura. Y que la hija del general y su marido, el marqués de Villaverde, eran apoyados y jaleados por miles de ultraderechistas en concentraciones que homenajeaban al Caudillo muchos años después de su muerte.

Todavía tenían poder, así que pudieron negociar para que los dejaran en paz y no se cuestionara el origen de sus negocios.

Los investigadores del patrimonio de los Franco creen que, en la actualidad, su valor ha aumentado hasta los 600 millones de euros. ¿Algún día se desvelarán cifras exactas sobre su fortuna?

Me temo que esa es una tarea imposible. El tiempo juega a su favor. Solo se conocen datos aislados. De vez en cuando aparece un papel que desvela algo que ni siquiera sospechábamos, como el falso contrato de compraventa del Pazo de Meirás de 1941.

Pero el problema es que los historiadores y los periodistas no podemos acceder a la mayoría de los documentos institucionales de la época porque la Ley de Secretos Oficiales de 1968, que sigue en vigor, nos lo impide.

Lo que está claro es que el dictador tuvo el poder absoluto en España durante 40 años. Y eso derivó en una impunidad total que le permitió recibir magníficos regalos, tasar precios, introducirse en consejos de administración de empresas…

Tú piensa que, cuando yo escribí la primera versión de mi libro en los 1990, sus descendientes poseían puestos de importancia en al menos 52 compañías muy poderosas de nuestro país.

En las décadas de 1950 y 1960, varios de los colaboradores castrenses de Franco criticaban que este se rodeara de gente que buscaba su favor para «hacer negocios». Tras la Transición, esos mismos individuos siguieron siendo los gerentes de enormes imperios empresariales a nivel nacional e internacional. ¿Han rendido cuentas por su relación con la dictadura y sus crímenes?

Los grandes banqueros y empresarios de la democracia se hicieron ricos durante lo que se ha llamado el desarrollismo, desde 1959 en adelante. Hablamos de personajes como March, Fierro, Aguirre Gonzalo, Aznar o Banús.

Con el fin del franquismo no se les planteó ninguna dificultad a la hora de seguir en sus puestos. Nunca tuvieron que pasar por el banquillo porque fueron los que subvencionaron a algunos de los partidos políticos que participaron en las elecciones generales.

Los descendientes del propio Franco también gestionan numerosas corporaciones con jugosas ganancias. De hecho, como tú mismo aseguras en tu ensayo, parecen haberse especializado en materia inmobiliaria. ¿Cómo calificarías sus actividades?

Era algo esperable. Aprovecharon su estancia en El Pardo y la ventaja política de su apellido. Crearon sociedades anónimas como pantallas para gestionar sus propiedades inmobiliarias. Véanse los casos de Comercial Flores, Ursaria o Valdefuentes.

Cuando Carmen Polo murió, yo llegué a constatar que sus herederos poseían y gestionaban 22 bienes inmuebles. Aunque este no es el único tipo de negocios en el que han entrado, ya que a lo largo de los años se ha demostrado que han invertido en: sanidad privada, construcción, contratas… etcétera.

En las páginas de La familia Franco S.A. describes su lenta pero consecuente pérdida de privilegios a partir de la muerte del dictador. No obstante, no todos sus antiguos protegidos olvidaron quiénes habían sido sus benefactores. ¿El apellido Franco sigue gozando de respeto y complicidad a medio siglo de distancia de la dictadura?

Aún pesa. Hay quienes lo utilizan con intención política, intentando esgrimirlo como un símbolo de impunidad. El gran capital español se gestó bajo la protección de la dictadura, y determinadas figuras conservadoras que provienen de su seno están defendiendo a sus viejos amigos para devolver favores.

En el libro recoges diversas declaraciones de exaltación referentes al general Franco que han sido realizadas en años recientes por personas con, podríamos decir, una cierta influencia social. En ellas se le describe como un gran estadista que obtuvo cuantiosos logros para el país y su población. ¿Cómo valoras estas afirmaciones?

Los historiadores han demostrado que no son ciertas. Lo que pasa es que los individuos y grupos postfranquistas las reivindican para ejecutar su particular estrategia política contra la democracia.

Tú has sido uno de los primeros periodistas en destapar el velo que cubría de oscuridad a la gran fortuna de los Franco y sus asociados. ¿Te has sentido censurado por ello?

No. Sí es verdad que he notado la prudencia mantenida por ciertos editores cuando les he propuesto publicar un libro sobre el tema. Sin embargo, al final he encontrado a gente valiente que ha decidido que valía la pena contar la verdad.

¿Es importante que las nuevas generaciones de periodistas e historiadores sigan investigando este asunto?

Creo que sí. Es insólito que, habiendo pasado 50 años de la muerte de Franco, se sigan reivindicando todos los mitos creados para ofrecer una narración bucólica y falsa sobre la dictadura y el propio Caudillo. Si nos callamos, parecerá que la gente que más grita es la que tiene la razón. Y sobre todo en estos momentos, pues la extrema derecha está usando el franquismo como una excusa para plantear su modelo de gobierno autoritario y falto de derechos.

Jayro Sánchez es periodista español

 

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